Hacer la diferencia
Linda Rubi Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. A lo largo de las diversas publicaciones que este semanario me ha permitido publicar, he defendido la necesidad de rescatar los valores que tanto nos hacen falta para evitar problemas sociales como la corrupción y la impunidad; he señalado la urgencia defendiendo los grandes ideales de justicia, equidad y libertad como elementos clave para entender nuestro pasado y configurar nuestro presente; pero sobre todo he promovido que las buenas intenciones no bastan para mejorar las cosas si no vienen acompañadas de una correcta acción social, planeada y dirigida.
Por ello, amigos lectores, tengo el gusto de comentarles que estaré participando como candidata suplente en la contienda electoral que definirá el futuro del Distrito IX el próximo 7 de junio, encabezando la fórmula del PRI con la Lic. Noemí Guzmán Lagunes. Mi decisión para participar remite también a la necesidad de que la sociedad civil realmente tenga un papel activo en la agenda pública. Es apremiante que los ciudadanos abandonemos el rol de espectadores al que con frecuencia nos reducimos, y proponer activamente para incidir en las decisiones de quienes nos van a representar.
Hay muchas formas de participación social y política, algunas propositivas y otras destructivas. Algunas se han centrado en estrategias para unir a pueblos que estaban en conflicto o para mejorar la organización interna de una comunidad, pero otras precisamente se han enfocado a la división política, la cual mereció un tratado importante en autores pragmáticos como Nicolás Maquiavelo. Para esta contienda electoral, por lo tanto, me parece importante re-dignificar el quehacer político, mostrar que independiente del partido en que se milite, hay personas honestas y dispuestas a aportar elementos de cohesión social, cuya base es el rescate de los valores pero también la creación de leyes y políticas públicas encaminadas a mejorar las condiciones materiales de las personas.
Creo que hay que abandonar las tácticas de desprestigio y difamación que ya se han vuelto comunes y centrarnos en lo que de verdad nos importa: el bien común. Es triste que todavía los diversos partidos y actores políticos reduzcan sus estrategias a “hacer grilla” como si eso fuera edificante. Al contrario, estamos ante una gran oportunidad para que las diferencias confluyan en propuestas concretas y directas, y la reforma política actual nos ha arrojado a un escenario que permite eso: proponer con la palabra, no con la compra del voto; convencer mediante el libre fluir de las ideas, no a partir de la cooptación o la violencia.
Esta columna ha permanecido neutral y así seguirá siendo. Sin embargo, me da gusto compartirles mi sentir ideológico. Todo proyecto es bueno siempre y cuando esté orientado a un crecimiento social. Y en este orden de ideas, desde cualquier territorio se puede hacer la diferencia, organizándonos con nuestros vecinos, promoviendo la participación electoral, gestionando programas para ayudar a quien más lo necesita. O siendo representante popular.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.