El Valor de Nuestra Gente

Hacer política de otro modo

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Linda Rubi Martínez Díaz

 

Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El ejercicio público y político se manifiesta de múltiples maneras dependiendo las épocas y los territorios; incluso estas distinciones se dan en las regiones que integran a una sola nación, mostrando que el uso del poder ha conllevado una diversidad de motivos ideológicos y como consecuencia, una diversidad del concepto “bien común”. Pues aunque la teoría política ha intentado determinar en forma general este tipo de actividades, de tal forma que se encuentre una explicación común lo que se hace aquí o en China, lo cierto es que hay un componente circunstancial que no podemos controlar como humanos individuales, y es el que termina definiendo la relación entre gobierno y gobernados.

            Elementos como el clima, la altura, el relieve o el ecosistema, determinan la forma de ser de un pueblo, pues su esencia viene en primera instancia de sus necesidades y medios de subsistencia. Y en ese sentido, reglas de convivencia, costumbres y hasta leyes generales pueden parecer extrañas si uno no está familiarizado con dichos pueblos. A veces no basta con conocer la teoría sino ir y experimentar el porqué de su comportamiento.

            Para conocer sobre la política ejercida en nuestro país, hace algunas décadas era necesario sino acaso indispensable venir al estado de Veracruz. Pero en realidad no sólo era para poseer una dimensión teórica, sino más aún para venirse a formar como buen político. Los gurús son ya bastante conocidos y dieron lo mejor de sí para venerar un arte tan noble.

            Sin embargo, hoy en día poca herencia queda de los grandes que continuaron con ideales de justicia y bienestar social, y lo que ahora muchos llaman “política” se ha reducido a lo que comúnmente se conoce como “hacer grilla”, denostar al contrario, calumniar a terceros.  Al final, las buenas obras están quedando opacadas por algunos que no comprenden que involucrarse en política es involucrarse con las necesidades de la gente.

            La calumnia es por sí misma un pecado. No solo se daña la imagen de los individuos sino también su integridad moral. Por desgracia, hoy se utiliza como una táctica de desprestigio orientada hacia personas públicas, con el fin de destruir sus carreras y permitir que otros se alcen sobre ellas. Por tanto, yo les invito a quienes realmente están interesados en apoyar al otro, a regresar a las formas del pasado, a respetar los pactos de caballeros, a hablar con la verdad y a apoyar a quienes realmente tienen vocación de servicio. No sólo se harán un favor a sí mismos, sino a la sociedad: mostrarán al mundo que es posible hacer política de otro modo.

            Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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