Política de servicio
Linda Rubi Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Hay razones importantes para hacer la diferencia en al actuar público pero quizás todas se pueden resumir a la necesidad de la población por ver un progreso hacia sus integrantes, que sea estable y a largo plazo. Pero que además no sólo sea un beneficio para la sociedad como tal, sino que impacte en los individuos concretos que al final, son los seres reales que la conforman. Y qué vehículo más idóneo que el de la política, pero el de la bien hecha, no la que poco a poco se viene reduciendo a una demagogia paternalista.
Uno de los lastres negativos que la política del siglo XX nos ha heredado es la creencia en que los representantes populares traen bajo sus decisiones la posibilidad de cambios radicales que se hacen de un día para otro. Y esta idea no solo permea aún entre el colectivo sino entre los mismos líderes, de tal forma que se genera una política clientelar y mesiánica en el que unos son sometidos, y otros, creyendo que lo pueden todo, en falsos profetas que están convencidos de su poder ilimitado.
Por ello, me parece importante alejarnos de las viejas formas de hacer política y enfocarnos en estrategias de servicio que son más prácticas y efectivas. Las buenas intenciones tampoco cuentan si se carece de experiencia que permita discernir entre lo estratégico de lo táctico, lo urgente de lo importante.
Los partidos políticos no son malos en general, ni tampoco son indicador para saber dónde están las personas correctas de las que solo buscan su beneficio propio. Por tanto, siempre es importante conocer la trayectoria de quienes están aspirando a un puesto público, qué han hecho para el beneficio de su comunidad, cuál es su preparación académica y profesional, así como qué valores los sustentan en su actuar. Como ya lo he mencionado en anteriores escritos, aunque todos legalmente tenemos el derecho de votar y ser votados, me parece que también la democracia nos ha dado la herramienta para decidir quién es más idóneo y quien tiene las bases más sólidas para elegirlo como nuestro representante. Y en este sentido, los ciudadanos somos responsables directos del destino de nuestro país.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.