Especial

José E. Iturriaga, 4º Aniversario Luctuoso

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Gregorio Jácome Moreno

 

Envío a este importante medio de comunicación digital e impreso un fragmento del libro “José E. Iturriaga: Ideario”, el cual se encuentra en la parte final de su redacción, en él transcribo cien frases que el maestro Iturriaga dejó asentadas en sus ensayos o bien como parte de su plática informal, temáticas que van de la filosofía a la política, del humanismo a la religión, de la historia de México a su vida en esta ciudad de Coatepec. En fin es una frase que un servidor desarrolla ubicándola en el contexto iturriagano al que pertenece, ahora en su cuarto aniversario luctuoso comparto algo sobre su decisión de pasar en Coatepec los últimos años de su vida.

13.- Mis obligaciones como servidor público me arrebatan la calma interior que requiere el pensamiento sistemático y el escrutinio de lo que ha pasado en el pasado a nuestro país, por fortuna en Coatepec encontré el sosiego que da una vida de relación, pacífica y tranquila, apta para pensar y liquidar esa deuda contraída conmigo mismo.

Cuando Iturriaga rondaba la octava década de vida sus médicos le sugirieron emigrar de la ciudad de México hacia un clima que le favoreciera su ritmo cardiaco. Así pues Don José decide radicar en Coatepec, Veracruz, municipio ubicado sobre un valle al comienzo de las faldas del cofre de Perote en la zona centro del estado, a diez minutos de la capital Xalapa sobre 1400 metros de altura sobre el nivel del mar.

Coatepec es considerado “Pueblo Mágico”, una denominación que otorga del gobierno federal a los municipios que por sus características arquitectónicas, culturales y naturales, contribuyen al fortalecimiento de nuestras tradiciones y con ello al desarrollo turístico. El municipio cuenta con 22 congregaciones, en algunas de ellas como La Orduña, Zimpizahua, Tuzamapan, Mauhuixtlán y Consolopa, se encuentran los cascos de las antiguas haciendas que fueron los centros del desarrollo económico de la región durante la época colonial y el siglo XIX.

Coatepec tiene una belleza natural que ha maravillado a escritores como Manuel Payno y Guillermo Prieto en cuyas crónicas dan fe de la magia que contiene en sí mismo este rincón de Veracruz. Durante el siglo XX la ciudad fue un centro neurálgico del comercio del café, los antiguos sembradíos de naranja y tabaco fueron convertidos en fincas cafetaleras con su respectivo beneficio, la calidad del producto propició que el café de Coatepec fuera reconocido en México y en todo el mundo como uno de los mejores, lo cual se debe en parte a la riqueza mineral de la tierra, a las propiedades químicas del agua, así como al clima que favorece con creces este y otros cultivos.

El auge del café también generó una migración hacia esta ciudad de los poblados vecinos, la densidad de la población creció y con ello las dimensiones de la ciudad. La cultura del café en Coatepec es una constante en la vida cotidiana de sus habitantes y de aquellos que visitan la ciudad que no pocas veces regresan a la suya con kilos de café molido o alguna artesanía realizada con madera de mata de café.

En mucho contribuyó la decisión de Don José de venir a radicar a Veracruz debido a que en su niñez la familia Iturriaga tuvo que salir de la ciudad de México y su padre halló trabajó en Veracruz como maestro rural, ejerció en las localidades de Trapiche del Rosario y Tlacolulan de los libres. Se puede decir que Iturriaga y sus hermanos pasaron algunos años de su niñez en estas poblaciones, a las cuales por cierto, cuando pudo ejercer determinada influencia desde algún cargo público ayudo al dotarlas de carretera y servicios básicos.

Una vez realizada la compra – venta de su nueva residencia se procedió a construir en un área del jardín la estructura de lo que sería el espacio destinado a albergar su biblioteca y hemeroteca, la cual llegó a contener aproximadamente 20 mil volúmenes de temas relacionados con las áreas sociales y que luego de su donación al estado de Veracruz posee un valor incalculable.

Cuando tuvimos acceso a ese recinto del saber nos sorprendió ver los libros dedicados a Iturriaga por sus autores con afecto y respeto intelectual a su sabiduría, entre los casi 1,500 libros dedicados se encuentran los de cuatro premios nobel: Octavio Paz, Gabriela Mistral, Pablo Neruda y Gabriel García Márquez, todos ellos fueron entrañables amigos de Don José. “Empecé esta biblioteca a los 12 años, nunca dejé de leer” decía cuando con orgullo mostraba los primeros libros de filosofía que adquirió.

El empresario cafetalero Justo Fernández le propuso a Iturriaga una vez instalado en Coatepec, presentarle con la clase empresarial y cultural de Veracruz a fin de que continuara con la intensa “vida social” a la cual estaba acostumbrado en la ciudad de México. A esta invitación Iturriaga contestó no sin agradecerle su amigo, que él había venido a la provincia a pasar sus últimos días en completa calma entregado a su trabajo intelectual.

En Coatepec Iturriaga encontró la paz interior, (también halló la “coatepequina” de la cual se habla en otro apartado de este libro) el sedentarismo solitario que requería para leer y escribir, allí puso fin a los ensayos que traía inconclusos desde la ciudad de México, ordeno por temáticas los artículos que publicó en la prensa y que lo siguió haciendo desde Coatepec, también leyó las novedades que las editoriales le obsequiaban, pero sobre todo escribió, prólogos, artículos y ensayos muchos de los cuales aún están inéditos y esperan la hora en que sean recogidos en volúmenes como fue su intención.

En la ciudad el nombre de Iturriaga generaba admiración y respeto, quizá debido a su importancia lo figuraban un personaje inaccesible, lo cual era falso pues Iturriaga tuvo siempre un gesto cordial a quienes lo visitaban, un consejo, una idea o solo un pensamiento luminoso sobre nuestra historia contemporánea, lo delataban como un hombre íntegro y  cabal con una erudición pasmosa.

 

 

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