Especial

La Casa de los Azulejos y el tío Zenón

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Por: Norma Carretero Rojano

 

En especial creo que todos los coatepecanos hemos sentido interés y cariño por la famosa “Casa de los Azulejos”, pues al cabo de los años se ha convertido en un icono coatepecano, donde los turistas inician su recorrido en nuestro querido Pueblo Mágico.

Llegó a mis manos un documento de sumo interés histórico para Coatepec, se trata de los manuscritos que llevan por título  Herencia Histórica a San Jerónimo Coatepec del historiógrafo Enrique Gregorio Zoza, “Zoza”; material editado en el año de 1983, de ahí se desprenden múltiples historia de nuestro querido pueblo, nos habla de la presencia del presidente Díaz en la calle principal de Coatepec en la inauguración de “El Piojo”, ferrocarril cuyo recorrido lo era Jalapa-Coatepec-Teocelo; también nos habla de la Señorita de las Fiestas Patrias del año 1905, historia que me reservo para otra ocasión, pues requiere y merece de un especio completo; de la historia de la Campana mayor de la Parroquia; de los cuentos de Tío Toribio; la primera banda de música; de la plaza de toros; del primer automóvil que llegó a Coatepec; de Hugo, personaje urbano, hacedor de palomas y papalotes; de Margarita Jácome Rebolledo, a quien el autor enaltece como una gran poeta y profesora de gran vocación, y es aquí donde me detengo para continuar con la parte de la historia de la Casa de los Azulejos, ya que esa casa perteneció a mi familia, misma propiedad que se perdió en una noche en un juego de póker. Al tío le gustaban los juegos de azar.

“Zoza”, resaltando la gran inteligencia y sensibilidad de la señorita Margarita Jácome Rebolledo,  cuando sus padres se dan cuenta de su aprendizaje autodidacta, es que deciden inscribirla en la escuela Providencia de María Martínez, situada justo en la hoy multicitada Casa de los Azulejos, ubicada frente al costado sur de la parroquia y que “Zoza” refiere textualmente de la siguiente manera:

“…en aquel tiempo fue casa de don Aparicio Rojano, papá del Ingeniero Zenón Rojano –Aguilera-, que fue de agricultura, tan recordado en el pueblo* —¡y cómo no!, si fue un hombre de bien, trabajador, honesto, educado, fino en su trato y  una de las personas más cultas que yo he tratado en mi vida, aun recuerdo con mucho cariño y respeto, además de ser mi padrino de bautizo; comía en casa todos los miércoles, me acuerdo que era todo un ritual, Hermila (nuestra querida nana y cocinera) se esmeraba preparando la comida, vistiendo la mesa con la mantelería, cubertería (plaqué) y loza a utilizar, así como con las copas para los vinos y licores que se degustarían durante la comida con el tío Zenón. A Elichabe (mi hermana) y a mí nos daba mucha risa cuando le colocaban un babero blanco impecablemente almidonado para comer, también nos daba risa cuando el tío Zenón eructaba al terminar la comida, aunque lo hacia discretamente, como niñas que éramos nos reíamos mucho, para disgusto del resto de los comensales; para Él, era algo fisiológicamente natural y necesario, tenía razón; el tío Zenón era de paladar exigente; todos los días pasaba a saludarnos al negocio de Lerdo, “La Campana”. Su compañía era muy agradable, siempre erguido, de plática interesante como todo buen ingeniero agrónomo egresado de Chapingo en la primera generación de ésta prestigiada universidad, donde en los años que a mi padrino Zenón le tocó estudiar, los libros únicamente venían en francés y en alemán, ¡el señor era culto!. A título personal puedo decir que mi mamá fue como la hija que nunca tuvo y así la quiso hasta el final—, tío de Rómulo Rojano, -mi abuelo-.

*Herencia Histórica a San Jerónimo Coatepec, Gregorio Zoza, Enrique; p. 22. Copyright Revista Histórica 1983.

 

“El hombre tiene mil planes para sí mismo. El azar, solo uno para cada uno”. Aristóteles, (384 a. C.- 322ª. C) Filósofo griego.

E mail: normacarreterorojano@hotmail.com

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