La economía anémica
Ninguna sociedad puede prosperar y ser feliz,
si en ella la mayor parte de los miembros es pobre y desdichada
Adam Smith
1. Todo se derrumbó. El grupo Peñista entró a la escena pública prometiendo lo que no podía cumplir. Durante su campaña presidencial, como nos lo recuerda José Blanco (La Jornada. 13/sep.16:17), el candidato EPN fue firmando, ante notario, entre el 30 de marzo y el 3 de junio de 2012, los 266 compromisos que serían realidad al término de su mandato. Blanco cita el informe del INAI, quien afirma que el régimen de Peña ha cumplido 80 de los 266 compromisos, es decir, 30 por ciento (sin dar ninguna especificación, acerca de cuáles fueron cumplidos y cómo se cumplieron).
Por supuesto, ahora visto retrospectivamente, sus compromisos resultan inconexos, no únicamente por su incumplimiento y ausencia de rigor analítico de la viabilidad de lo prometido, sino por el creciente proceso de deterioro de la imagen presidencial, salpicada de corruptelas consentidas y estimuladas, cuyo elemento resulta crucial para concitar el interés de las mayorías electorales.
2. De la periferia a la realidad. El incumplimiento de las banderas electorales del peñismo no se deben atribuir centralmente a la incapacidad personal de la clase política dominante, aunque es un elemento para el análisis integral, hacerlo nos impediría contextualizar el papel de la economía mexicana en las coordenadas del Capitalismo financiero internacional, lo cual sería un error metodológico imperdonable.
Como es sabido, nuestro país está inserto en la lista de los “países periféricos” (no en “vías de desarrollo”, ni del “tercer mundo”) cuyo papel está condicionado por los ritmos de un Capitalismo globalizado, hegemonizado por las burguesías dueñas de los circuitos financieros. Esta referencia básica nos permite una lectura adecuada para comprender la debilidad del Estado mexicano ante los dictados del exterior. No olvidemos que, por un lado, tenemos atado a nuestro ritmo de crecimiento una balanza comercial con EU y, en el frente interno estamos sujetos a una apabullante banca privada que poco reinvierte en el mercado interno y un Gobierno que ha recortado gastos en la inversión productiva.
Y por si algo faltara, tenemos una burguesía doméstica glotona, convenenciera y parásita, privilegiada por la captación fiscal, que ha dejado en las espaldas de las PyMEs la creación de empleos.
Por eso, en este universo de variables, no debe sorprendernos el carácter restrictivo del presupuesto para 2017. Es la expresión plástica de “un Estado que se evapora en lo social y emerge como un simple instrumento de las nuevas formas de acumulación capitalista de las grandes empresas externas y de su capital asociado”.
Los reclamos de diversos sectores y partidos para reestructurar el proyecto enviado por el Ejecutivo al poder Legislativo, no obstante su pertinencia, lamentablemente quedarán como simples y cuasi dramáticas expresiones testimoniales. El viejo Estado benefactor se fue para no volver, no al menos con la actual correlación de fuerzas mundial y local. Por eso la clase política dominante puede reiterar su desprecio a la inversión en Ciencia y Tecnología y quitarle recursos, (llevamos tres décadas sin pasar del 0.4 por ciento del PIB, nos recuerda Carlos Fernández Vega -La Jornada, 13/sep/16:20-); o desaparecer el Programa Nacional para la Prevención Social de la Violencia y la Delincuencia (Pronapred), pequeño intento preventivo para romper con la lógica meramente reactiva. En fin, que nadie se ilusione demasiado, “lo que viene, sin subterfugios sociales, es la cara terrible del Capitalismo depredador” y de un Gobierno sin margen y derrotado por la esencial sed de ganancia del bloque dominante. ¿Lo seguirá permitiendo el 99 por ciento?
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz