LA ENCRUCIJADA, ¿GANAR RENUNCIANDO O RESISTIR DESGASTANDO?
Por Alejandro García Rueda
En una habitación con frialdad lumínica, un
hombre realiza, durante la madrugada, un examen crudo de lo que sucede en las
esferas del poder. No puede evitar sentir un dejo de desesperación, al final
del día es un profesional de su trabajo, pero también un ciudadano.
En el devenir de las cosas, la polarización ha
creado dos facciones que hoy se encuentran ante una encrucijada: Parar y ganar
renunciando en una mesa de negociación o resistir las críticas para cumplir con
el propósito de debilitar más al adversario en el campo de batalla.
Una de esas facciones está tratando de ganar la
guerra mediática con más corazón y voluntad que ideas, con mayor reconocimiento
en el exterior, pero con inquietantes contradicciones en el interior. Hoy su
liderazgo es recordado negativamente, está salpicada por «contratos
leoninos», acuerdos con los «machuchones» y el mal de la
corrupción, que derivó en la mutación del régimen que hoy impera en el país
dando respuesta a lo que, en su momento, otros analistas calificaron como estado
fallido.
Más allá del discurso, parece que por más apoyo
que quiera dársele desde lo mediático, el aparato de propaganda solo funciona
con quienes permanecen en la palestra nacional, no así con quienes navegan en
los ámbitos estatal y local.
No han logrado que los datos duros permanezcan
en la agenda de los noticiarios como sucede en Europa y buena parte del mundo
cuando hay un conflicto bélico en el que intervienen asesores británicos y
estadounidenses. Hasta ahora no se ha dado un evento que mueva la atención del
país, pero la mínima lógica nos dice que de poco o nada sirve que
«arriba» esté todo bien si «abajo» mandan la apatía, el
desinterés o la pasividad.
Esta facción sigue creyendo que una de las
mejores prácticas en la política es perpetuar el vicio de adquirir blasones y
desentenderse de su responsabilidad, reflejando así el resquebrajamiento de la
solidez que busca.
En términos de oratoria es buena, sería mejor
si lograra el cometido de convencer porque no atiende un guion ni entiende la importancia
de tener una dialéctica animada y un consistente lenguaje corporal para
convencer a los ciudadanos de que deben resistir al avance de las «fuerzas
del mal». Conocen una estrategia, a ella se cierran y por ende, desconocen
de movilización y resistencia popular, una virtud histórica de su contraparte.
Mientras este grupo ve en sus simpatizantes a
sus soldados más fieles, el adversario ve en sus afines la lealtad y el
heroísmo del pueblo.
Hace falta algo más en el discurso y en las
charlas de sobremesa, no se trata solo de marcar contrastes entre buenos y
malos o de corroborar que existe una pugna entre la luz y las tinieblas. La
pregunta es ¿le falta visión de campo o se conforma con lo que tiene? Olvidemos
por un momento lo que pasa a nivel nacional ¿Quién es el «diez» del
equipo local? Los efectos de las políticas emprendidas por el gobierno en turno
están a la vista ¿Quien toma el megáfono para implicar a otros en la lucha ya
sea de manera directa o al menos en la batalla de las emociones?
¿Esta cofradía quiere tener tiempo en
televisión? ¿un par de entrevistas en radio? ¿invertir en un perifoneo bajo el
riesgo de que tu mensaje se pierda? Bien, está perfecto; sin embargo, tienes
una ventaja poco aprovechada en hablar directamente desde el púlpito de
internet.
Actualmente tiene una desaforada parafernalia y
un discurso mínimo, lejano si quiera del mítico campeón sin corona o del
valeroso caballero sin armadura. Le está cediendo el terreno al enemigo a
vencer y ha desechado las lecciones de Vlodimir Zelenski, el presidente
ucraniano que ha advertido que no se rendirá ni abandonará su país porque como
actor sabe que su papel no ha llegado al final.
Poco abona el hábil manejo de las
«benditas redes» si detrás del éxito aún se escucha el eco de las
tropelías cometidas en el pasado. Esas que históricamente han puesto en duda el
compromiso real de todo un bloque con el bien y la estabilidad de una nación
como la nuestra. Y no es difícil prever que puedan surgir más daños a la moral
de sus huestes si se ratifica, por ejemplo, que la verdad histórica fue un
invento.
En esta compleja situación, el líder de esa
facción no parece tener otra salida que la resistencia y el aumento del
desgaste de su oponente en el campo de batalla. El aumento del desgaste y,
desgraciadamente, de las víctimas civiles, en la guerra electoral.