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La humildad de un Nobel literario

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La humildad de un Nobel literario

La otra versión:

Por René Sánchez García.

En esta ocasión, quiero narrar a todos ustedes mis fieles lectores, un suceso que me parece importante que conozcan, toda vez que existe la idea generalizada de que los grandes o reconocidos científicos, artistas y escritores, aunque personas de carne y hueso como todos nosotros, viven es una especie de esfera cósmica que los hace distintos a todos los demás, o bien, que por su fama lograda por su inteligencia, imaginación y creatividad de investigación o literaria, se convierten en seres humanos egocéntricos o que viven en otra dimensión, distinta a la realidad que la mayoría de nosotros vivimos o estamos inmersos.

Pues bien, en el año de 1913 nació en Argelia, el posteriormente novelista, ensayista, dramaturgo, filósofo y periodista francés, llamado Albert Camus. Desde niño se le observaron las dotes de pensamiento que hicieron que estudiara Filosofía y Letras. Allí como universitario sus razonamientos se vieron influenciados por las ideas de Schopenhauer, Nietzsche y todo aquel existencialismo alemán en boga. De allí que sea considerado como uno de los escritores más importantes de la posguerra mundial europea, posterior al año de 1945. Tan solo dos años después se hizo merecedor al Premio de la Crítica (1947), por su obra periodística.

Albert Camus se consideró siempre un existencialista ateo y esto se ve reflejado en todas sus obras escritas como: Crónicas argelinas, Vivir la Lucidez, El mito de Sísifo, El extranjero, Bodas y el verano, entre otras más. En el año de 1957 le fue otorgado el Premio Nobel de Literatura por la famosa Academia Sueca. En una especie de autobiografía que fue rescatada posteriormente, se nota la humildad del escritor, del cual les prometí mencionar. Terminado el festejo por la condecoración más alta, escribió una carta personal, con fecha 19 de noviembre de ese año, donde agradece a Louis Germain, su primer profesor de la primaria y dice así:

“Querido señor Germain: Esperé a que se apagara un poco el ruido que me ha rodeado todos estos días antes de hablarle de todo corazón. He recibido un honor demasiado grande que no he buscado ni pedido, pero cuando supe la noticia pensé primero en mi madre y después en usted. Sin usted, sin la mano afectuosa que tendió al niño pobre que era yo, sin su enseñanza y su ejemplo, no hubiese sucedido nada de todo esto. No es que dé demasiada importancia a un honor de este tipo, pero ofrece por lo menos la oportunidad de decirle lo que usted ha sido y sigue siendo para mí, y de corroborarle que sus esfuerzos, su trabajo y el corazón generoso que usted puso en ello continúan siempre vivos en uno de sus pequeños escolares, que, pese a los años, no ha dejado de ser su alumno agradecido. Lo abrazo con todas mis fuerzas. Albert Camus”.

Sirvan estas líneas para resaltar el valor de la humildad de los seres humanos y para reconocer el esfuerzo que los profesores y profesoras del Jardín de Niños a la Universidad, realizan en las aulas escolares y ahora más por el trabajo en línea que desempeñan por la pandemia que nos azota.

sagare32@outlook.com