El Valor de Nuestra Gente

La nueva Legislatura

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Linda Rubi Martínez Díaz

 Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. Como ustedes saben, el pasado martes 5 de noviembre tomaron protesta los nuevos diputados conformando la LXIII Legislatura Estatal, por lo que me parece pertinente no pasar por alto la importancia de este suceso para el Veracruz que viene, el cual enfrenta grandes desafíos en materia de desarrollo social así como de infraestructura, dos elementos fundamentales para generar progreso en los pueblos. Y esto no lo digo en el sentido de que las decisiones de los anteriores legisladores hayan sido erradas, sino porque la tendencia natural de toda sociedad es mejorar en los aspectos básicos de subsistencia. Por lo tanto, si ya vamos en una línea de crecimiento económico, político y social, considero primordial fortalecer a la administración pública en general, y al ejercicio legislativo en particular desde cuatro aspectos que con frecuencia se obvian, pero que al día de hoy marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso de las democracias.

            El primero de ellos es la transparencia. Mucho se ha discutido sobre la necesidad de que nuestros funcionarios realicen sus actividades sin discrecionalidad, pues su trabajo se lo deben a nuestros impuestos. Si hasta las empresas públicas informan a sus inversores todo lo relevante sobre la operatividad, los costos, los objetivos y retos a enfrentar de los productos o servicios que ofrecen, ¿por qué razón las acciones de los funcionarios que son producto de nuestro financiamiento como contribuyentes siguen manejándose bajo discrecionalidad? De hecho, es el gobierno quien debe estar mayor interesado en priorizar la transparencia en el ejercicio administrativo y político. Así que la tarea primordial en esta legislatura debe ser fortalecer la transparencia, para saber que el apoyo que brindamos como ciudadanos se está aprovechando adecuadamente.

            En segundo lugar, es indispensable recuperar el valor de la gestión, es decir, que nuestros legisladores no olviden al pueblo que los llevó a ser representantes y los auxilien para ir mejorando nuestras condiciones de vida. No hay nada más triste que un diputado sea indiferente ante las necesidades de la gente. Por tanto, su tarea debe ser no sólo dedicarse a legislar sino a mejorar los medios de los ciudadanos.

En tercera, y totalmente ligado a los anteriores, deben dejar de lado los intereses personales o de pequeños grupos de presión. De hecho, esta línea es la que genera la falta de transparencia y el manejo discrecional de los recursos, atentando contra las posibilidades de realización de quienes menos tienen. La democracia no es de unos cuantos, sino de todos los votantes, independiente de sus preferencias políticas. Por lo que nuestros nuevos legisladores tienen ya no sólo una tarea administrativa sino principalmente moral, pues el descontento del pueblo está a la orden del día.

Finalmente, hoy más que nunca se debe priorizar el ahorro, y en sintonía con nuestras necesidades, nuestros diputados deben reducir sus sueldos. No es posible que nuestra democracia resulte cara y muchas veces, ineficiente.

Reivindicar el papel del legislador, fomentando la transparencia, la capacidad de gestión, el ahorro y evitando gobernar para unos cuantos, son los ejes transversales por los cuales nuestros diputados podrían salvar esta actividad tan noble y que ha sido pisoteada por mucho tiempo. Su oportunidad está puesta, esperamos que no la vayan a desperdiciar.

Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.

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