La pesadilla que viene
Pedro Peñaloza
“Una Nación no debe juzgarse por cómo trata a sus ciudadanos
Con mejor posición, sino por cómo trata a los que tienen poco o nada”.
Nelson Mandela
1. El lenguaje abstracto y la crisis concreta. El aun vicepresidente, Luis Videgaray, secretario de Hacienda, ha señalado, sin ninguna ambigüedad, algo que ya es de dominio generalizado en los círculos financieros internacionales, esto es, que la caída en el precio del petróleo no es transitoria y «es baja la probabilidad de que veamos una pronta recuperación en el crudo de exportación en las próximas semanas o incluso en los próximos años». Declaración que emitió en el marco de la décima cumbre financiera mexicana LatinFinance.
Frente a ello, el panorama no es nada alentador, pues admite el secretario de despacho que «el reto importante para las finanzas públicas será 2016, dónde «continuaremos en un entorno de bajos precios de petróleo, y ante esa realidad tendremos que prepararnos para enfrentar un entorno de menores ingresos, gastando menos y gastando mejor».
2. Nuevos inventos, sin tocar problemas estructurales. La fórmula ya expresada por el licenciado Peña, que se usará para el año entrante, será «una metodología de base cero», que implica revisar la estructura completa del presupuesto pero también de la administración pública federal; contraria a la que se había hecho en los últimos 15 años, es decir, «una base inercial», aquella que toma como referencia el año previo y solo hace algunos ajustes. Ahora se habla de revisar cada una de las dependencias y su eficiencia y gasto específico. Esta propuesta debería ser una buena oportunidad para colocar en el centro del debate nacional las prioridades para las mayorías, es decir, hacia dónde orientar el gasto y que segmentos sociales deben ser beneficiados. Claro, es lejana la posibilidad de que el grupo gobernante se atreva a entrar a un intercambio plural de opiniones en torno al manejo de las finanzas públicas. No puede permitir que se trastoque su modelo neoliberal y su visión macroeconómica que privilegia el control de la inflación a costa del salario y el empleo.
3. La asfixia oculta. En realidad la economía mexicana está atrapada y sin salida, no solo estamos ahorcados por la caída del precio del petróleo que afecta severamente nuestra balanza comercial, aunque existan diversos productos para la exportación, la tragedia mayor está localizada en un hecho indubitable: entre el 60% y el 50% de los ingresos fiscales del Gobierno dependen de las aportaciones de Pemex. Asimismo, existe otro elemento en el conjunto de variables que tendrán efecto en algunos estados, puesto que la reducción de unos 120 mil barriles diarios en su plataforma de producción para 2015, anunciada por Pemex, constituye «un factor crediticio negativo para los estados», específicamente para Tamaulipas, Veracruz, Tabasco y Campeche (Moody’sInvestorsService).
4. Otro golpe central. Los informes oficiales del Banco de México sostienen que la inversión extranjera directa en 2014 cayó 54 mil 129 millones de dólares, lo que implica menor generación de empleo y caída de la producción, con lo cual únicamente se está pensando en la entrada de divisas por turismo como la vía «presumible». Al mismo tiempo, otro signo que llama la atención es la inversión de mexicanos en el exterior, que ascendió, según la misma fuente, a 426 mil 793 millones de dólares. Con lo anterior se expresa con meridiana claridad que el único interés de los círculos privilegiados es obtener la mayor ganancia, como lo mandata la religión capitalista.
Epílogo. El otro mundo. En tanto los banqueros festinan en su convención de Acapulco, que «nunca habían tenido tan altos sus volúmenes de ganancia», la economía mexicana generó en el último año la menor cantidad de empleos desde 2006 y el 55% de mexicanos no cuentan con ingresos suficientes para cubrir el monto de la canasta básica alimentaria y la no alimentaria. El México real.
pedropenaloza@yahoo.com Twitter: @pedro_penaloz