Crónica Coatepecana

La Santa Cruz en el culto popular de los coatepecanos

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CRÓNICA COATEPECANA

Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

jesus_bonilla1@hotmail.com

 

El día tres de mayo o los fines de semana del mismo mes, es común escuchar el tronar de cohetes en distintos puntos de la ciudad, anunciando las ceremonias en torno a la Santa Cruz, específicamente al final de las principales calles y/o barrios donde se encuentran las imágenes cruciformes. Al igual que en las construcciones en proceso, donde es obligado que los dueños del inmueble en compañía de los maestros albañiles, coloquen una “cruz vestida” para protección de la edificación, misma que culmina con el consabido convivio donde no son raras las chanzas y albures entre los comensales.

Las fiestas a la Santa Cruz en la región de Coatepec, son un ejemplo de la pervivencia de antiguas prácticas sincréticas que se generan con base en las interpretaciones realizadas por los indígenas durante el proceso de evangelización. Situación que se acentuó, cuando los primeros misioneros empezaron a sacralizar los diversos espacios donde antiguamente se hacían ceremonias, de tal manera que se erigieron cruces en cerros, cuevas, ojos de agua, terrenos de cultivo y estructuras prehispánicas.

En los asentamientos congregados durante el periodo colonial, era común levantar pequeños pedestales con cruces hacia los cuatro puntos cardinales, con la intención de proteger a los habitantes de cualquier calamidad. Por tal razón en Coatepec pervive hasta la fecha la distribución de imágenes cruciformes hacia los cuatro puntos, en lo que antiguamente eran los límites de la ciudad, los cuales han sido rebasados por el crecimiento de la mancha urbana.

Todavía pervive entre algunos campesinos el colocar una imagen de la Santa Cruz en sus campos de cultivo, o en aquellos casos donde existe un árbol de forma cruciforme también se le “viste” con sus flores de papel, o algún material actual. Ceremonia que implica establecer lazos de compadrazgo entre las personas que fungen como padrinos de la Santa Cruz y el dueño de la imagen, en la que se reza el rosario y culmina el evento con un alegre convivio. Dicha ceremonia es un remanente de otra más antigua, la cual recibía el nombre de “Fiesta de la viuda”, en la que el dueño del terreno de cultivo debía de hacer una fiesta cuando se vestía la Santa Cruz en mayo y otra cuando se levantaba la cosecha en octubre, de tal forma que la imagen religiosa quedaba solita en el campo de cultivo.

También se tiene la costumbre de colocar imágenes cruciformes en los ojos de agua o pozos, quizá como un remanente de las antiguas asociaciones que establecieron las sociedades indígenas, en relación con el culto al agua de tradición mesoamericana. Debido en parte a que las fiestas de la Santa Cruz, coincidían en tiempo con los ritos y ofrendas a las entidades acuáticas, cuyo papel era fundamental en el desarrollo del ciclo agrícola. Una pervivencia de la relación simbólica entre la cruz y el agua, la encontramos en una práctica cultural que se encuentra casi extinta en la ciudad de Coatepec, misma que consiste en hacer una cruz de ceniza a medio patio cuando las tempestades dejan sentir toda su fuerza destructora. Según decían las abuelitas, de esa forma se protege la casa de una desgracia y se contrarresta la fuerza de los rayos.

 

 

 

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