La Suspensión de los Cultos Religiosos
(Segunda parte)
Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros
Cronista de la ciudad de Coatepec
En los primeros meses de 1922 se llevan a cabo una serie de eventos por parte de los grupos católicos, los cuales son tomados como una declaración de rebeldía en acatamiento a la observación de los artículos en materia religiosa de nuestra Carta Magna, situación que deteriora aún más las relaciones entre la Iglesia Mexicana y el Gobierno de la República. Eventos como: la fundación de la Asociación Católica de Jóvenes Mexicanos, la inauguración del Congreso Obrero Católico el día 23 de abril, el Primer Congreso de Periodistas Católicos inaugurado el día 26 de junio, y el Primer Congreso de Damas Católicas que se lleva a cabo del 7 al 12 de noviembre en la ciudad de México. Posteriormente el día 11 de enero de 1923 el Delegado Apostólico Monseñor Ernesto Pilippi coloca la primera piedra para el monumento de Cristo Rey en el cerro “El Cubilete”, cercano a la ciudad de Silao en Guanajuato. La participación en el evento de una gran cantidad de fieles católicos, las innumerables peregrinaciones y la asistencia de los prelados de las diversas diócesis de la República Mexicana, generan que el gobierno federal declare el evento como una abierta transgresión a los artículos de la Constitución Mexicana, y le dan 72 horas de plazo al Delegado Apostólico para que abandone el país.
Otro evento que tensará las relaciones Iglesia Mexicana y Gobierno de la República, será la realización del Congreso Eucarístico Nacional entre los días 5 y 12 de octubre, con gran asistencia de Arzobispos y Obispos tanto nacionales como del extranjero. Evento inaugurado con gran pompa en la Catedral Metropolitana, y dar seguimiento a la serie de actividades que se llevan a cabo en la Basílica de Guadalupe, el Casino Español, el Teatro Narcisus y la propia Catedral. La trascendencia generada por el Congreso, es vista por el Gobierno de la República como una abierta violación a la Constitución Mexicana.
Con la llegada a la Presidencia de la República del general Plutarco Elías Calles se acentuará el problema religioso, al darse una serie de incursiones en templos católicos, aparte de los problemas internos generados por fracciones al interior de la propia Iglesia Mexicana como el problema de los “cismáticos” en la ciudad de México. Situación que se agrava cuando el Arzobispo Mora y del Río hace una serie de declaraciones a un periodista de “El Universal”, publicación donde se expone textualmente lo declarado por el prelado:
“La Doctrina de la Iglesia es invariable, porque es la verdad divinamente revelada. La protesta que los prelados mexicanos formulamos contra la Constitución de 1917 en los artículos que se oponen a la libertad y dogmas religiosos, se mantiene firme. No ha sido modificada, sino robustecida, porque deriva de la doctrina de la iglesia. La información que publicó “El Universal” de fecha 7 de enero, en el sentido de que emprenderá una campaña contra las leyes injustas y contra el derecho natural, es perfectamente cierta. El Episcopado, clero y católicos, no reconocemos y combatiremos los Artículos 3º., 5º., 27º., y 130º., de la Constitución vigente. Este criterio no podemos, por ningún motivo, variarlo sin hacer traición a nuestra fe y a nuestra religión”.
Es de suponerse que la trascendencia de las declaraciones realizadas por la autoridad eclesiástica católica, en lo referente al desconocimiento de los artículos de nuestra Carta Magna, generaron una serie de acciones por parte del Gobierno de la República. De inicio la consignación del Arzobispo de México, seguido de la clausura de diversos establecimientos relacionados con el culto religioso.
(Continuaremos la siguiente semana)