Especial

LAS CAMPAÑAS POR Y CONTRA MÉXICO

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Uriel Flores Aguayo

 

Ya iniciaron las campañas presidenciales y legislativas federales, ahora sí formalmente, mientras que las locales se mueven en las apariencias. Empiezan a verse los nombres y los colores de sus coaliciones, se inicia el despliegue mediático y en redes sociales. Prematuramente, inspirados en las desnaturalizadas encuestas, hay quienes ya se ven como ganadores. Es exageradamente pronto para dar pronósticos serios. En el ambiente social no se percibe mayor interés por las elecciones. Son los partidarios y pequeños grupos donde ya hay una especie de inicial exaltación electoral, al menos en Veracruz. En el conjunto de la sociedad apenas se percibe de qué o de quiénes se trata. Es curioso cómo hay quienes siguen pensando que sus preocupaciones y simpatías son compartidas por todos; obviamente no es así. El interés e involucramiento de la mayoría de la población se lleva tradicionalmente más tiempo, entre mes o mes y medio en promedio. Será hasta entonces, mayo, que se verán las caravanas y brigadas desplegarse en las calles y plazas públicas, en que será abrumadora y central la presencia de los candidatos, hasta en la sopa, y se vivirá un ambiente electoral.

 

Aún así no es previsible una votación mayor al 65 % si nos atenemos a los antecedentes históricos de participación electoral en nuestro país, esto significa que estarán votando seis de cada diez ciudadanos aproximadamente. En los sufragantes tendremos plena pluralidad, más menos, que arrojará un presidente de minoría y un congreso dividido. En esas condiciones se requiere un proyecto amplio y de consenso, dado que no es posible encumbrar a un hombre fuerte ni pretender refundar a México. Es curioso observar qué hay una parte importante de la sociedad que no vota, igual que en el mundo, con sus variadas razones; es decir, no hay fuerza política ni liderazgo que la convoque. Para los idólatras debe ser algo similar a un misterio que no voten por ellos, si son tan buenos y casi perfectos.

 

En estos meses mucha gente se vuelve político y partidista de temporada, algunos son candidatos mientras que la mayoría solo apoya. Son militantes de unos días pero dan argumento para que se diga que son una fuerza o un movimiento histórico, que representan el despertar del pueblo. Según la línea que sigan las siglas apoyadas, más o menos histrionicas, se podrá decir que ahí está la semilla del cambio o de lo que sea. Varios partidos en competencia no pasan de ser meros membretes, sin cumplir el rol que deberían jugar. Es nocivo para la salud democrática, raquítica pero nuestra, el fatalismo que plantea que esta es la última oportunidad, que después de la elección no hay futuro, que es ahora o nunca. Los antecedentes de elecciones reñidas indican algo distinto, como en el 88 y el 2006, cuando realizadas y cuestionadas las elecciones la vida siguió su curso. Ahora será igual. Sube la temperatura, se vota, hay un resultado y listo. La oleada participativa, positiva en todos los sentidos, es de unos meses o días. Después de las elecciones quedan las tareas sustanciales, tanto en integración de Gobierno y Congreso como en el fortalecimiento de la sociedad civil; independientemente del resultado debe ser prioritario avanzar y consolidar a nuestra ciudadanía.

 

Dentro de un mes aumentarán el número de campañas al juntarse las locales con las federales, haciendo posible un torbellino proselitista, ahora si dominante en nuestra vida pública. Será de una despierta curiosidad ver cómo son ese tipo de campañas múltiples; es de pronóstico reservado si motivaran o no al electorado. Se pueden hacer hipótesis sobre el impacto de las candidaturas presidenciales en las de Gobernador, en el sentido de impulsarlas o frenarlas. Hay todas las posibilidades al respecto: quien dependa casi absolutamente del voto presidencial, quien aporte lo suyo y quien tenga que cargar el descenso de su candidato nacional. La gran ventaja de la campaña de Gobernador es que nos tiene que mostrar la capacidad y las propuestas de los aspirantes, reduciendo las posibilidades de que se escondan en el voto lineal. Quienes quieren Gobernar a Veracruz, deberán hablar de lo que vivimos, de nuestra realidad con avances y problemas. Es justo, por nuestro futuro, que hagan un esfuerzo serio de diagnóstico y ruta de soluciones.

 

Recadito: nada más anacrónico que fomentar el culto a la personalidad.

 

ufa.1959@gmail.com

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