La Otra VersiónPLUMAS DE COATEPEC

LAS COSAS DEL BRAYAN TEPETLA

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Las Cosas del Brayan Tepetla

René Sánchez García

 

Ayer domingo, al salir de misa de 12, crucé hacia el parquecito de mi rancho San Ignacio del Monte. Allí caminé como media hora, hasta que encontré una banca vacía para poderme sentar por un rato más, antes de volver de nuevo a casa, a disfrutar con mis hermanitos y mi mami de esta tarde soleada del mes de mayo.

Estando sentado allí, mero enfrente del quiosco, a la banca de junto llegaron tres personas, o sea, dos hombres y una mujer. Todos vestían de negro, los chavos con un saco elegante con grandes picos y la chava con un vestido largo con detalles doraditos. En el momento de la plática, ellos disfrutaban de una nieve de mamey.

Me llamó la atención que uno de los muchachos traía en sus manos una especie de guitarra pequeña, el otro una cornetita delgada y larga, y finalmente la muchacha tenía dos platos redondos de metal plateados. Por su plática se veían personas educadas, estudiadas y leídas, no como yo que sólo llegué a tercero de la escuela.

Como estaba entretenido comiendo unos ricos churros con azúcar, no pude poner mucha atención a la plática de dichas personas, pero se me quedaron grabadas en mi cabeza algunas palabras como partitura, tiempos, clásica, musical, ensayos, concierto y otras más que ya se me olvidaron y que la verdad no entendí.

La mujer alta dijo que cómo le hubiese gustado en la su vida conocer y platicar con Beethoven. Tener cuando menos una fotografía donde aparecieran ellos juntos para poderla presumir con todos sus amigos. Estaba a punto de intervenir en dicha plática para decirle a ella que en mi cuarto donde duermo tengo una fotografía de él.

En ese momento pensé rápido y me fui a mi casa. Tomé la fotografía y regresé de inmediato al parquecito. Para mi buena o mala fortuna, no los encontré. Los busqué por los alrededores, pero no los pude hallar. Medio triste regresé de nuevo a casa, pues era ya la hora de la comida y mi madre se molesta si no estamos todos en la mesa.

Cuando coloqué de nuevo la fotografía en su lugar, me dije para mis adentros: “Ay Brayan, que bueno que no encontré a esas tres personas, pues en estos momentos estaría súper arrepentido de ya no volver a ver a éste hermoso peludo perrote travieso que amo desde niño y que siempre me divierte mucho cuando veo sus películas en la tele”.

sagare32@outlook.com