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LAS DOS HISTORIAS

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LAS DOS HISTORIAS

René Sánchez García

Desde tiempos remotos a nuestros días, han existido pueblos y culturas dominantes, así como también los que por siglos han sido dominados. Para hacer realidad lo anterior, se han ocupado diversos métodos que van desde el uso de la fuerza física bruta, hasta los más sofisticados armamentos de todo tipo, pasando por las ideologías que son más poderosas para controlar las voluntades y los pensamientos humanos.

Los teóricos y estudiosos de los hechos sociales, coinciden en señalar que en todo el desarrollo humano (desde la prehistoria a la civilización) han existido dos tipos de historia. Ambas bastante distintos en su conformación. La primera suelen llamarla Historia (con H mayúscula) y la segunda como historia (con h minúscula). La primera está basada en documentos escritos y la otra proviene de las narraciones orales, las tradiciones y creencias populares. Según ellos, la documental ha pertenecido a los grupos humanos vencedores y la otra a los vencidos.

Coincido en la premisa de que la Historia se hace única y exclusivamente en base a documentos escritos. Todos esos documentos redactados desde el poder institucional, son la base primordial para ser leídos, seleccionados, estudiados, analizados y criticados posteriormente en base a métodos y procedimientos de tipo científico, de donde nacen las nuevas teorías sociales. En cambio, la otra historia proviene de relatos no escritos (salvo los códices y pinturas rústicas que se conservan), tradiciones populares (que se repiten de manera generacional), leyendas, mitos, formas de vida y pensamientos cosmogónicos que no tienen cabida en la Historia con metodologías de la ciencia.

Para el caso nuestro y demás pueblos y culturas mesoamericanas, sus Historias Nacionales actuales, provienen de documentos, oficios, cartas de relación y demás escritos que el conquistador Hernán Cortes enviaba a los Reyes de España, informando que los pobladores eran naturales (sin alma y espíritu) o salvajes y que por tal condición era necesario la protección del reino, la dominación, la esclavitud, la evangelización y la muerte masiva. Nunca se informó por escrito al Rey o la Reyna de los avances indígenas arquitectónicos, de la medicina tradicional eficaz, de la bella música y poesía, del conocimiento astronómico y matemático y de nuestro repudio y odio hacia ellos.

Todo esto y más sucedió durante los más de 300 años de dominio por las armas y la religión. Más tarde las élites que ganaron la independencia, los pensadores liberales, la dictadura porfirista, los próceres de la revolución y los gobiernos actuales han escrito su Historia desde su particular punto de vista, en la que no tiene cabida la otra historia. Así se sigue conformando la Historia Oficial que es la que aparece en libros y revistas comerciales. Mientras la otra, la que se identifica con h, o sea, la de los pobres, la de los olvidados, los de abajo, los parias, los común y corrientes, es poco conocida o comentada en los textos escolares. Y es que en la ciencia no caben los pensamientos que vienen del alma, del corazón y del espíritu, menos lo que provienen de la enseñanza vital de la naturaleza y del cosmos.

Bien lo dijo el escritor mexicano Jorge Ibargüengoitia: “La Historia que nos han enseñado es francamente aburridísima”.

sagare32@outlook.com