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LAS PALMAS

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LAS PALMAS

Por Rafael Rojas Colorado

 

A finales de los años cincuenta la Avenida Constitución tenía poco tiempo de pavimentada, ocultando para siempre los rieles que recorrió el piojito. La calle 5ª. de Manuel Gutiérrez Zamora empezaba con una pequeña pendiente que dificultaba el libre tránsito de las personas que tenían la necesidad de pasar por ese lugar. Pues se trataba de un barrial y con frecuencia se resbalaban y caían sin remedio alguno.

Fue entonces que los vecinos decidieron mejorar esas condiciones de la vía pública. El barrio de la quinta calle de Zamora se caracterizaba por tener vecinos alegres y altruistas, fue así que un día se reunieron: Virginia Colorado Estévez; Lucila y Gloria Rivas Cortina, Genoveva Gálvez Cortina, las hermanas Rufina, Agrícola y Cleofas Lobato, Dolores y Fausto Mávil entre otras personas más. Generaron la idea de que dos hileras de escalones sería la solución inmediata, unos del lado derecho y otra hilera del izquierdo.

Motivadas agendaron una cita con el presidente municipal, profesor Gilberto Martínez Hernández, quien les prestó la debida atención. Les preguntó que si tenían recursos a los que ellas contestaron que no. El alcalde les afirmó que tendrían que conseguir el dinero y que como lo iban a reunir. El grupo de mujeres optó por organizar algunas Kermés en el barrio.

El barrio lo vistieron de folclor pueblerino, a determinada distancia colocaron matas de plátano a lo largo de la calle que estaba calzada artesanalmente con piedra de río, la flaqueaban casas sencillas, algunas de mampostería con techos de teja, otras de tablas y lámina de cartón. Instalaron tómbola, lotería, juegos, cárcel y registro civil entre otras actividades, las piñatas para que las quebraban las guindaban de algún poste de la vía pública, en ese ayer se trataba de pequeños troncos de árbol, en fin, todo se tornaba en cierta romería, las mujeres usando la crinolina para esponjar sus faldas y vestidos. En poco tiempo reunieron cierta cantidad de dinero y volvieron al palacio municipal del pueblo coatepecano. El profesor Gilberto con su clásica sencillez las felicitó, además les ayudó económicamente con lo que les faltaba para realizar el noble propósito, el mismo les dijo que cuando estuviera terminado el trabajo le avisaran para ir a inaugurar la diminuta obra. También les permitió organizar un baile para el festejo de la inauguración.

Junto a los escalones estaba cimentada una casa que todavía existe y que por esos años ya contaba con techo de loza, su dueña la señora Coty. Don Juan Vega, todavía muy joven y vecino del barrio, se sumó a la obra cooperando con su “Grupo musical de Juanito Vega” que años después se convertiría en “Orquesta América”. El día de la inauguración que fue en el año de 1959 los músicos se instalaron en la azotea mencionada y desde ese punto interpretaron música de moda de ésa nostálgica época. Ese pequeño espacio de La Avenida Constitución sirvió de pista de baile, pues solo algunos vehículos circulaban de vez en vez, ya que todo era quietud por eso años del siglo XX. Cuenta doña Virginia Colorado Estévez que se encontraban bailando con mucha alegría, disfrutando la fiesta en honor a los nuevos escalones, mientras otras personas tomaban refrescos, atole o pambazos con frijoles, todo el barrio reunido con armonía festejando el histórico momento, de repente apareció un burro corriendo y todos los que bailaban se desbandaron hacia los lados, nunca falta una anécdota que con el tiempo hace reír y hasta suspirar al recordar el suceso.

El espacio que quedó en medio de los escalones lo decoraron calzándolo de piedra de río y formaron dos pequeñas jardineras en las que acordaron sembrar dos palmeras; una la donó don Juan Mávil y, según cuenta doña Virginia Colorado, la otra fue un gesto noble del joven Víctor García Mávil quien vivía en el camino que conduce a la Nestlé. Las pequeñas plantas se las entregaron a Víctor Manuel Gálvez Cortina, el acordó que las sembraría don Juan Mávil Rebolledo y su hijo José.

Las palmas se cuidaban con esmero y fueron creciendo al tiempo que atestiguaban la vida de esta provinciana calle que fue anidando innumerables recuerdos de aquellos años de quietud, sosiego y alegría que irradiaban los vecinos que el tiempo difuminó, pero las palmas seguían creciendo porque así lo exigía su vida biológica. El pueblo empezó a llamar este rumbo “Las palmas”, hasta la fecha así se conoce. Fueron naciendo nuevas generaciones que desde pequeñas fueron aspirando el aroma de estas plantas que les estimulaba el sentimiento de pertenencia.

Este diminuto jardín ha sido escenario del romanticismo que se expresan los enamorados, de broncas de juventud, de relajamiento, gratas conversaciones entre amigos o simplemente de un adorno que embelleció a esta tradicional calle que antiguamente le llamaban Buena Vista. Con jovencitos de este barrio se formó un equipo de futbol que se llamó “Las Palmas”, comandado por los hermanos Huerta, porque se sentían orgullosos de vivir cerca de ellas.

Actualmente, de vez en vez, Le van dando cierto mantenimiento al lugar y cuenta con dos bancas de solera para sentarse y esperar el autobús, pues también es una estación del servicio urbano, lamentablemente la gente ya no valora este espacio y arrojan basura y se notan abandonas las palmeras que un día fueron luz y sombra de esta provinciana calle que el tiempo la modernizó.

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx