LIPOGRAMA
LIPOGRAMA
René
Sánchez García
El
término Lipograma proviene del griego y significa abandonar una letra. La Real
Academia de la Lengua Española la define como “Texto en el que, por artificio
literario, se omiten deliberadamente una determinada letra o un grupo de letras
de un alfabeto”. Se menciona
que el grado de dificultad de este artificio lingüístico es directamente
proporcional a la frecuencia de la letra omitida en el idioma utilizado y a la
extensión de dicho texto.
Un excelente libro que utiliza
el lipograma, es que nos presenta Oscar de la Borbolla (México, 1956), titulado Las vocales malditas (México, 2001,
Ed. Nueva Imagen, 59 pp.), donde nos presenta cinco cuentos, escritos única y
exclusivamente con palabras que emplean una misma vocal. Libro que, por cierto,
ha sido motivo de múltiples estudios y de comentarios entusiastas por parte de
la crítica nacional e internacional. Así como leído por toda clase de lectores
interesados en este riguroso y dificilísimo artificio.
Oscar de la Borbolla, profesor
e investigador de la UNAM (Acatlán), quien ha publicado también Filosofía para inconformes, Asalto al
infierno, Nada es para tanto, y Dios
si juega a los dados, en tan sólo en medio centenar de páginas, nos
presenta “Cantata a Satanás” sólo con la A; “El hereje rebelde”, sólo con E;
“Mimí sin bikini”, sólo con I; “Los locos somos otro cosmos”, sólo con O; y “Un
gurú vudú”, sólo con U. Historias de profundo humor negro y de un recalcitrante
mensaje subversivo, según los críticos.
He aquí la reproducción de los
primeros párrafos de cada una de las 5 vocales: “Abraham amaba a Sara cada mañana clara: pasaba la manzana, arañaba
la lana, arrancaba la bata, la abrazaba; clavaba las garras hasta matarla. Sara
atarantada callaba harta, Abraham la cansaba. “Ya nada habrá –mascaba tras la
sábana-, ama a la mala: ataca, aplasta, brama.” Abraham acababa, apartaba la
cara, jamás apagaba la flama de Sara, gran dama avasallada.
En el
verde césped del edén, célebre sede de creyentes, el decente Efrén se
estremece. Tres deberes del mes leen en el templete del regente: “Defender el
vergel del Hereje Rebelde, tener fe en el celeste Jefe de la tez perenne, ser
excelente”. El membrete del Jefe es esplendente, se ve de kermesse, Esther se
embellece enfrente de Efrén: es de templete terrestre, cree levemente en el
deber, el degenere en vez de repelerle le vence.
Insistir, ¿Crispín? Mi
visir, mi bichín, mi cid: sin ti viví difícil chipichipi sinfín: crisis y
crisis: ¡Sifilis!¡Cistitis!¡Sifilis, Crispín! ¿Infringir mi civil vivir?,
¿crispir mi hipil? Si sin ti, ni vi films. Viví gris sin brindis ni picnics…Si
inhibí mi ji ji y vi mi fin…Sí, Crispín, mi fin y mi tris…
Otto
colocó los shocks. Rodolfo mostró los ojos con horror; dos globos rojos,
torvos, con poco fósforo como bolsos fofos; combó los hombros, sollozó: “No
doctor, no…loco no…” Sor Socorro lo frotó con yodo: “Pon flojos los codos
–rogó-, ponlos como yo. Nosotros no somos ogros”. Sor Flor tomó los mohosos
polos color corcho ocroso; con gozo comprobó los shocks con los focos: los
tronó, brotó polvo con ozono.
Un gurú
vudú, un Duvulur, supusu un mundo futuru mu suyu; un mundo cuyu multitud
frustrudu pur sus Tuntuns. Mucuts nunca luchuru, nunca junturu sus músculus
puru hundur su curul. Su tutur, Pupú Duc, un sultún mu crul, un furúnculu du
Luzbul, fundú su brutal club cun un grupúsculu du brujus du truculuntus trucus
cun sustu vudú. Muchus uñus ul publu sufrú pústulus, sudú jugus púrpuru, tuvu
du pus, susurrú su runcur, su humbru, su murtu, su cruz”.
sagare32@outlook.com