Lodo en el ventilador
Pedro Peñaloza
“No permitiré injusticias, ni juego sucio,
pero si se pilla a alguien practicando la corrupción sin que yo reciba comisión,
lo pondremos contra la pared. ¡Y daremos la orden de disparar!”.
Groucho Marx.
1. Anemia galopante. Ayuno de ideas. Hemos insistido en que los partidos son instrumentos de lo inmediato y no promotores de cambios de fondo, al transcurrir las campañas se ha ratificado lo anterior. Vivimos en la vorágine de mensajes superfluos e intrascendentes, estamos atrapados entre el duelo de colores y la disputa por las idioteces; los partidos persisten e insisten en demostrarnos su inutilidad práctica y su enorme avaricia por la acumulación de poder y dinero. Los agrupamientos partidarios son simples agencias de colocaciones sin plataformas ideológicas discutidas y confrontadas con la realidad, su vida cotidiana transcurre a partir de la preparación para la siguiente elección, lejos están de trabajar al ras del suelo con los ciudadanos de a pie. Ahora, recurren a la petición burda y grotesca de los votos de esos ciudadanos ignorados y subestimados.
2. Tentaciones y motivaciones. Los candidatos que hoy conocemos fueron nombrados en la clandestinidad estatutaria de los propios organismos partidarios. Ahora esos personajes desfilan y realizan desfiguros y ridiculeces. El denominador común de dichos ciudadanos es la superficialidad con que enarbolan proclamas y arengas, son reflejos concretos y específicos de quienes desde el monopolio de las estructuras partidistas buscan colocar a incondicionales y a subordinados. Esos suspirantes tienen características similares pero diversas. Hay de todo: tránsfugas, arribistas, eclécticos, mediocres, analfabetos, escapistas, escaladores y toda una gama de personajes que lo que menos tienen claro es como pueden ser útiles a los reclamos de los ciudadanos.
3. Arena en los ojos y calumnias a la carta. Ante la ausencia de propuestas trascendentes y alternativas frescas y atractivas, lo que ha resultado una vía preferida y estimulada por todos los partidos, ha sido calumniar, denostar y atacar la vida privada de los contendientes. Por eso, el PRD en el DF se comporta como el viejo PRI presidencialista y autoritario, abusando del monopolio del poder políticos y de la posesión de recursos económicos y materiales para golpear y superar a los otros; asimismo, la estructura territorial priísta se mueve con los mismos reflejos que su ADN le mandata, es decir, de manera corporativa y clientelar; con esa misma lógica inmediatista el PAN se presenta como el comité de salud de los políticos y se disfraza de adalid de la democracia. Todos los partidos han utilizado herramientas para desacreditar y para desalentar las preferencias electorales. De lo que se ha tratado es de encender un gigantesco ventilador de estiércol y que a partir de ello el electorado emita el sufragio condicionado e influido no por lo que se propone o por lo que pudieran proponer los partidos y candidatos, sino por las características y expedientes judiciales acumulados. De esta manera, las elecciones se convierten en simples salas de espectáculo, en donde el vencedor emerge de quien formule la mayor cantidad de ataques y de bajezas personales.
Epílogo. La degradación como trofeo. La ruta que conduce hacia el 7 de junio es evidente, vamos a la consumación de una carrera destinada a avalar las voluntades definidas por las cofradías de los partidos. No más. De esta ensalada de intereses saldrá una orgía de intercambios de favores y un trueque de abyecciones en la Cámara de Diputados y en otros espacios. Que nadie se engañe, los fabricantes e impulsores del lodo colectivo no pueden ser capaces de plantear reformas que beneficien a las mayorías silenciosas y ajenas.
Twitter: @pedro_penaloz