Los audífonos: peligro latente
Por: Linda Rubí Martínez Díaz
Hola amigos lectores, les saludo con el cariño de siempre. El aislamiento social al que nos ha arrojado la tecnología no sólo tiene consecuencias psicológicas sino también físicas, al cambiar nuestros hábitos de consumo, los cuales alteran en forma directa nuestro comportamiento y forma de vida. El caso específico al que quiero referirme en esta ocasión es al uso indiscriminado de los audífonos, los cuales se han vuelto parte de la vida diaria, pero cuyo mal uso ha provocado la generación de riesgos a largo plazo como padecer sordera. Así mismo, el aislamiento que proporciona a quienes lo usan mientras caminan en la calle disminuye la atención y el estado de alerta en el comportamiento de quien lo porta. Hay casos de jóvenes que llevan el sonido a un alto nivel de decibeles que ni se dan cuenta del ruido exterior, de los transeúntes y los automóviles, lo cual los pone en peligro en caso que no se percaten de algún riesgo.
La concentración de flujo del sonido en un solo punto tiende a afectar en mayor proporción que la exposición a la que nos sometemos diariamente, lo cual nos tiende a generar un problema crónico que pocas veces se puede revertir. Por ello, es pertinente no usar los audífonos en lugares que ya son ruidosos, pues el nivel de decibeles para nuestros oídos no debe superar los 90. Además solo es recomendable usarlos en zonas tranquilas, aunque sin superar las 20 horas a la semana. Nuestros oídos son bastante sensibles por lo que es indispensable hacerlos descansar y no estar expuesto a usos prolongados de los audífonos. A lo mucho, sólo debemos usarlos por 45 minutos seguidos.
Por desgracia, el daño hecho es irreversible, pues las células involucradas en la audición que han sido afectadas lo van a manifestar en algún momento de la vida, generalmente en la tercera edad. Hay estudios que muestran que la primera generación que sufrirá de esta repercusión es la de los 80’s, quienes popularizaron el uso del walkman, y que tendrán alrededor de sesenta años de vida para el 2030.
Disfrutar de nuestro entorno es uno de los regalos que Dios nos ha ofrecido, por lo que invito a nuestros lectores, a sus hijos y hermanos jóvenes a no aislarse de la convivencia con los demás, a recrearse con la caminata diaria con los sonidos que la naturaleza y la calle proveen. Al igual a disfrutar de la música como tal, la cual nos invita a relajarnos o a reflexionar, y no para alterar negativamente los sentidos.
Nos leemos la próxima, que Dios los bendiga.