Pedro Peñaloza

Los cambios de celofán

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Por Pedro Peñaloza

“Cuando creíamos que teníamos todas la respuestas,

 de pronto, cambiaron todas las preguntas”.

Mario Benedetti

  1. Los símbolos. AMLO festina tres meses y días de su arribo a la presidencia. Lo hace con los viejos rituales del presidencialismo mexicano. Reunión para llenarlo de loas. Los otros dos poderes, con sus representantes, testigos mudos y acríticos. Ceremonia para quemar incienso. Gobernadores de tapete, pedigüeños de recursos, empresarios satisfechos con un gobierno que no toca sus insultantes ganancias, puñado de invitados incondicionales al Tlatoani. Prestos para aplaudir lo que sea. Pequeña pasarela de suspirantes prematuros y verdes. Misma escenografía con otros actores. Viejos olores de naftalina echeverrista.
  2. Los logros. El festejado dice, con convicción y un poco de histrionismo, que ha cumplido con el 60 por ciento de sus promesas. ¿En verdad? Veamos: vender coches, camionetas, helicópteros y aviones ¿qué significado tiene en la vida cotidiana de los terrícolas mexicanos dicho bazar? Muy poco. Sobre todo, si analizamos su impacto monetario concreto en el presupuesto de la Federación. Quizá, el avión presidencial pueda influir un poco en el ingreso de las finanzas. Por el momento no. Está estacionado en EU pagando una renta cara.

¿Qué otros logros? No vivir en Los Pinos, viajar en líneas aéreas comerciales, hablar con dichos populares ¿Qué más? Nada sustancial. Presumió que su lucha contra la corrupción es un logro cumplido ¿En concreto qué? ¿Cuántos detenidos? Ni siquiera en su espectacular lucha contra el huachicoleo, ya que no ha podido detener a un delincuente regional presuntamente responsable de este delito. En realidad, puros fuegos de artificio. Eso sí, ha construido una narrativa para regatear derechos a los niños y las mujeres trabajadoras.

  1. La inseguridad inamovible. Mientras el país sigue inserto en las arenas movedizas de las violencias, AMLO repite que “serenará a México”. ¿Cómo? Con dos ejes: Repartir dinero a los pobres, creyendo que eso los inhibe de actividades delictivas, lo cual es un monumento a la ignorancia, porque los detonantes para las violencias y el delito son poliédricos y caleldoscopios; su otra varita mágica es la Guardia Nacional, estructura militar/policíaca que sólo tratará de contener los procesos de descomposición social, la creciente fractura del tejido social y, sobre todo, la profunda desigualdad. Sí, aspirinas para encarar fenómenos estructurales y sistémicos. En tanto él tendrá, por lo menos, cinco años al Ejército en las calles.

pedropenaloza@yahoo.com/     @pedro_penaloz

 

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