Crónica Coatepecana

LOS NAGUALES Y LAS BRUJAS EN LA TRADICIÓN POPULAR

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Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros

Cronista de la ciudad de Coatepec

 

(Segunda Parte)

Algunas personas mencionan que por lo general los naguales salen en la noche para hacer sus perjuicios, dependiendo de si les gusta la carne o las semillas, los primeros por lo general se roban los animales, principalmente las gallinas, guajolotes, cochinos, borregos, chivos, etc. También puede acontecer que sólo les chupan la sangre a sus víctimas, de tal forma que cuando alguien amanece con moretones mencionan que ¡Lo chupó la bruja!, ¡Le sacó sangre el nagual!  En el caso de los naguales que les gustan las semillas, aunque estén convertidos en animales, se pueden llevar parte de la cosecha en costales, tal y como se refiere en una historia:

“Dicen que un campesino se dedicaba año con año a trabajar su parcela, y siempre le acontecía que cuando iba a cosechar, veía que alguien le había robado algunos de los frutos de su trabajo en el campo, al grado de que en un año no recogió nada de su cosecha, y lo peor que nunca dio con la persona que le robaba. Por esa razón al siguiente año que sembró, tuvo la idea de cuidar a escondidas su siembra, sin comentarle a nadie que la vigilaba, y cierta noche cuando las mazorcas ya estaban recias, vio que llegó a su parcela un mapache muy grande y empezó a cortar las mazorcas y guardarlas en un costal. El campesino sorprendido y espantado, no creía que un animal se comportara como un cristiano, y mucho menos que caminara como tal y cargara lo que se robaba en un costal, entonces haciendo de lado su miedo, esperó a que el mapache pasara por el árbol donde se encontraba escondido y cuando lo tuvo cerca, le dio un machetazo a la altura de la frente, el animal al sentirse herido salió huyendo y dejó botado el costal con las mazorcas robadas. El campesino por más que siguió el animal, no logró encontrarlo, parecía que se había esfumado en la noche. Al otro día fue a buscar a su compadre para contarle lo sucedido, pero le dijeron que no podía salir que andaba mal, durante tres días fue a buscarle y se negaba a salir el compadre argumentando que estaba mal, hasta que alguien le comentó al campesino que su compadre tenía la cara cortada como si le hubieran dado un machetazo, entonces el campesino descubrió que su compadre era nagual y que él era el que siempre le estaba robando de su siembra, por eso el muy flojo casi no sembraba y siempre tenía que comer, por todo lo que se robaba de los demás campesinos”.

En otras historias se hace referencia a la forma en que se transformaban los naguales y de qué manera se alimentaban, por tanto se puede deducir mediante el análisis de las historias, la mezcla de prácticas mágicas de tradición europea con las concepciones de tradición mesoamericana en torno a la figura de los naguales:

“Dice la gente que había un matrimonio de jóvenes que habitaba en la orilla del pueblo, y que a la gente se le hacía muy raro que nunca les faltaba la comida, aunque el hombre no trabajara por temporadas. Algunas de estas personas decían que la mujer era bruja y que se chupaba a los niños, y pasado algún tiempo le comentaron al esposo de que probablemente su mujer era bruja. En un principio no creyó lo que la gente le comentaba, pero pasado un tiempo le entró la curiosidad y más cuando trató de explicarse a que se debía el quedarse profundamente dormido todas las noches. Pero un día fingió que se tomaba el té que su esposa le daba cada noche, pensando que podía contener algo que le provocaba el profundo sueño, cuán lejos estaba de imaginar que había acertado, y fingiendo que dormía se pudo dar cuenta de que su señora se levantó de la cama y se encaminó a la cocina, se subió en el bracero, se hizo cortes a la altura de las rodillas, puso las piernas recargadas en los tenamaztles (piedras del fogón) y se convirtió en totola, brincó hasta una de las ventanas y se fue volando. El hombre todo espantado, lo único que acertó fue el de tomar las piernas y atizar con ellas la lumbre de carbón para que se quemaran y se fue a seguir durmiendo. Casi al amanecer regresó la totola y empezó a vomitar la sangre cuajada que les había chupado a los niños, según que con esa sangre se alimentaban pero a su esposo siempre le dijo que era sangre de borrego que le regalaban. Cuando buscó sus piernas las encontró chamuscadas entre el rescoldo de la lumbre de carbón. Dice la gente que al otro día que se levantó el esposo, encontró muerta a su mujer en el fogón con las piernas quemadas”.

 

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