Entre Columnas

Los viejos comportamientos

Comparte

 

Martín Quitano Martínez

mquim1962@hotmail.com

 

Una locura es hacer la misma cosa una y otra vez esperando obtener resultados diferentes.  

 Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo.                                                                                                      Albert Einstein

 

Ciertamente, el resultado de ejercicios de gobierno marcados por la corrupción, la impunidad, el “agandalle” y el “revanchismo” como claramente lo han sido los últimos 12 años, nos ha llevado a las condiciones de desastre del Veracruz que ahora vivimos, pero no hay que perder de vista que con distintas intensidades y matices, se trata de las características inherentes a la cultura política  mexicana, por lo que desgraciadamente vencer las inercias  propias de una forma de entender y hacer política será una tarea harto difícil de erradicar, en un ambiente donde la honestidad, la buena voluntad, el apego al marco jurídico y la cortesía política son inexistentes, sospechosas o consideradas comportamientos de debilidad ante la toma de decisiones.

 

Hay que sonar las alarmas si no queremos repetir la historia más reciente, pues el enrarecido y pestilente comportamiento político provocado por la administración saliente, pareciera ser tan pernicioso que está contagiando las primeras decisiones de los representantes de la alternancia, poniendo en un apremio ético al nuevo cuerpo legislativo, del que se espera mucho más que la reproducción de los viejos y cuestionados comportamientos de sus antecesores.

 

En la reciente toma de protesta de los nuevos diputados, quedó evidente la falta de voluntad y/o la incapacidad de sobreponerse a las rutinas del mayoriteo y la exclusión, reduciendo los espacios de participación a las fuerzas que cuentan con representación en este poder, desdeñando el mensaje de las urnas.

 

Veracruz merece un poder legislativo que se comporte y se comprometa responsablemente ante los desafíos de la coyuntura política que les ha tocado protagonizar, la de una alternancia que permita transitar a un cambio de régimen que privilegie el bien común, la equidad y la justicia social.

 

Cuando el “interés público” como razón de ser de las autoridades, no es el motivo del quehacer gubernamental, y se relega a una tercera prioridad después del interés personal y del interés de facción, estamos frente al trastocamiento profundo del poder político y el ejercicio administrativo de una democracia.

 

La descomposición generalizada en que nos encontramos puede ser fácilmente dimensionada al observar el comportamiento del interinato en el gobierno del estado, mostrándose como la suma de los desdenes, las miserias  y los desaciertos de un gobierno que no lo fue. También ahí no hay que dejarse jalar por el vacío, la incapacidad y el cinismo, pues no se encuentran respuestas donde la única idea que existe es salir corriendo.

 

Publicitado el desastre y el caos veracruzano y ante la petición de ayuda del gobernador electo, la federación alza los hombros y voltea la cara con inaceptables mensajes de omisión ante nuestros problemas, conocidos y solapados por ellos desde hace muchos años, renunciando a apoyar salidas de esta crisis, abandonando sus responsabilidades legales y principalmente políticas.

 

Esta obra de teatro no ha concluido, faltan las últimas escenas, esperamos que se ajuste el libreto y mejoren los actores, el público atento no debe continuar mirando la precariedad y malas artes de los actores políticos. Demos un giro novedoso al guión sorprendiendo al respetable, reconociendo el mandato ciudadano para cambiar los comportamientos y las estrategias de trabajo, porque solo así conseguiremos mejores resultados.

 

Los momentos que ahora vivimos no pueden esperar la continuidad de los mismos  comportamientos, se requieren actores que den paso a la limpieza y la recomposición de las puestas en escena y no se logrará con la reedición de los viejos comportamientos como son el avasallamiento, el griterío y la consigna que no propone.

 

Atemperar, calmar los ánimos, ajustar y cumplir las responsabilidades, asumir la necesidad de los acuerdos más amplios e incluyentes no es cosa menor pero es apenas un piso básico para superar la debacle existente.

 

DE LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA

Supondremos entonces que el resto de la pandilla también tiene la conciencia tranquila. ¡Que alivio!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *