Pedro Peñaloza

México fracturado

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Pedro Peñaloza

 

“Lo poco que sé, se lo debo a mi ignorancia”.

Platón

  1. Educación limitada. El Rector de la UNAM, Enrique Graue, ha declarado que para alcanzar la cobertura de 40 por ciento en educación superior para 2022, el sistema debe crear 100 mil nuevos espacios cada año. En esa misma cantidad deberá crecer la matrícula del bachillerato, asimismo enfatizó que, “es difícil que aspiremos a un país desarrollado y en paz”, si no tenemos una correcta educación y sostuvo que “en el nivel superior solo se atiende a la tercera parte de la población en edad de cursar esos estudios”. (La Jornada. 15/octubre/16. Pág.4).

A partir de lo anterior, es pertinente plantear clara y abiertamente que el presente y futuro del país seguirá atado a la injusta división internacional del trabajo, en tanto siga vigente el actual modelo de desarrollo que condena a millones de jóvenes a insertarse en las coordenadas laborales en condiciones de notable desventaja.

  1. Exclusión y deserción. Se ha pretendido dar salida al notable déficit en la educación superior, mediante la puesta en marcha de universidades tecnológicas y politécnicas, sin embargo, los resultados no son alentadores, como lo constata el hecho de que la eficiencia terminal promedio de estas instituciones educativas es de 60 por ciento, es decir, cuatro de cada 10 alumnos no logran concluir su carrera. Los jóvenes que ingresan a estas opciones educativas “son los más vulnerables del país, no solo por cuestiones económicas, sino educativas, los jóvenes que llegan a estas casas de estudio aún son quienes intentaron ingresar a una universidad pública”. (La Jornada. 14/ octubre/16. Pág. 16).
  2. Contra la miseria, aspirinas. A la ausencia de oportunidades educativas habría que agregar la deliberada actitud del Estado para impulsar políticas públicas que perpetúan las condiciones de marginación de amplias capas de la población y cuyo propósito, es más de control político que de resolución de los profundos problemas socioeconómicos.

Los programas para combatir la pobreza han mostrado su acentuada ineficacia. Veamos: mientras entre 2004 y 2016 los esquemas sociales pasaron de 84 a 350 y su presupuesto se incrementó de 75 mil millones de pesos a 950 mil millones, el número de pobres aumentó de 53 millones a 55. Si a eso sumamos que casi la mitad de las 32 entidades tienen un índice reprobatorio en sus capacidades institucionales, para instrumentar una política social que les permita combatir la pobreza con mayor eficacia, el panorama se torna grave y complejo. (Índice estatal de capacidades para el desarrollo social. La Jornada 20/octubre/16. Pág. 11).

  1. Empleo de ficción. En septiembre pasado la tasa oficial de desocupación fue de 3.9 por ciento de la PEA, una proporción apenas mayor a la registrada un mes antes (cuando fue de 3.7 por ciento). La mala noticia es que el grueso de los empleos generados o reconvertidos en el sector formal de la economía, apenas pagan entre uno y dos salarios, lo que cancela la posibilidad de reducir el número de mexicanos en situación de pobreza. Tienen empleo, sí, pero el ingreso que les genera simple y sencillamente no les alcanza para mejorar sus niveles de bienestar. (Carlos Fernández- Vega. La Jornada. 26/octubre/16).

Epílogo. Es evidente, que los procesos de exclusión educativa generan múltiples disparadores, dependiendo de contextos y audiencias, los elementos que influyen para mantener a poblaciones en la marginación u orillarlas a la deserción, tienen que ver con fenómenos estructurales inherentes a un sistema global, basado en la concentración del ingreso en minorías depredadoras y a la necesidad de tener ejércitos de hombres listos para vender su fuerza de trabajo a cualquier precio.
pedropenaloza@yahoo.com/Twitter: @pedro_penaloz

 

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