Miedos después de la vacuna
La otra versión:
René
Sánchez García.
Dentro
de los bien escasos suplementos culturales que existen en México, sobresale por
su importancia y constancia desde hace muchos años, uno que considero el más
serio debido a las plumas que allí colaboran, me refiero a La jornada semanal, que edita cada domingo el periódico nacional
llamado La Jornada. En el número
1403 de fecha 23 de enero del presente año, aparece un buen trabajo elaborado
por Mario Campuzano, mismo que se titula: “Después de la vacuna: temores y
reacciones”, donde se examina no sólo las dificultades de la vacunación masiva
de la población contra el Covid-19, sino más bien los comportamientos y
sentimientos de la población, desde el punto de vista de la psiquiatría y la
medicina social.
Desde el anuncio oficial de
las campañas de vacunación para hombres y mujeres, divididos en edades
estratégica y por zonas geográficas, se generó no sólo el miedo a la muerte,
sino también al sufrimiento del cuerpo humano y las secuelas que se podrían
generar después de la aplicación. Gran cantidad de los vacunados prefirieron
mantenerse en aislamiento total, mientras que otro sector, con la idea de que
la pandemia se terminó, desea recuperar el tiempo perdido y volvió a la calle,
con o sin las medidas adecuadas de protección por todos conocidos. Pero según
los números estadísticos, hay un gran conglomerado poblacional que se resiste a
ser vacunado, debido a la ignorancia y a las variadas y malas fuentes de
información, pero más a las diversas posturas ideológicas (políticas y
religiosas) que cada ser humano posee o adquiere.
Los principales cuadros que
los informes médicos señalan, es que la población vacunada o no, es víctima no
sólo de temores y aislamiento, sino en gran medida de cuadros de depresión,
enojo y rebeldía. De allí que en estos momentos la población sature los centros
de salud, hospitales, clínicas y a los médicos particulares, ya por cualquier
tipo de síntoma que cree tener y que son parecidos a la de la pandemia que nos
azota aun, acuden a consulta médica e incluso psiquiátrica. De allí que se haya
creado en varios centros de salud la especialidad de post Covid-19, generando
ingresos y ganancias extras económicas, tal y como sucede con la práctica
neoliberal o capitalista. Un ejemplo que señala en dicho artículo de Mario
Campuzano, es el de un hospital de la Ciudad de México, donde muchos pacientes
dados de alta, regresaron de inmediato a solicitar seguir usando el oxímetro
como una necesidad para seguir viviendo o sentirse a salvo. De lo que se
trataba era de un miedo irracional o del inicio de un leve mal psiquiátrico.
Los profesionales de la
mente dicen que se trata de “personas inmaduras e infantilizadas que se
caracterizan por una dificultad para manejar las emociones, con temores a los
abandonos y dificultades para hacer frente a la soledad”. También de
“personalidades con impulsividad y frecuentes cambios de ánimo o bipolares, que
se muestran con inestabilidad emocional y sentidos de vacíos existenciales”,
que pueden caer fácilmente en “el uso de las drogas, compras compulsivas o
promiscuidad sexual. Igual en tendencias destructivas y autodestructivas, tanto
a ellos como con las personas o familiares más cercanos”.
De allí, finalmente, la
recomendación de trabajar por una conducta responsable individual y poblacional
permanente. Todos unidos debemos luchar, cierra el autor de este trabajo,
contra todo aquello promovido por el neoliberalismo e instrumentado por los
medios de comunicación privados y que son: “el individualismo, el narcisismo,
el hedonismo y el consumismo”. De allí el inmenso valor que tiene la
solidaridad y la responsabilidad social humana y social.
sagare32@outlook.com