Pedro Peñaloza

Migajas y garrote

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Por Pedro Peñaloza

 

“Hegel dice en alguna parte que todos los grandes hechos y personajes de la historia universal aparecen, como si dijéramos, dos veces. Pero se olvidó de agregar: una vez como tragedia y la otra como farsa”. Carlos Marx

 

  1. ¿La política de AMLO ataca las causas? Uno de los mitos extendidos por el presidente y su corte, es que, el nuevo gobierno está atacando las causas sociales del delito y las violencias, con la peregrina idea de que la corrupción es el origen de todos los males. En realidad, dicha propaganda poco tiene que ver con una política criminológica que tenga como vertiente modificar el origen del delito. México vive atrapado entre la desigualdad social y la concentración del ingreso.

Por lo tanto, si no se atacan éstas dos variables poco se modificarán las condiciones de vida de las mayorías precarizadas. El estandarte más difundido de AMLO es el llamado “Jóvenes Construyendo el Futuro”, donde su población objetivo es de 18 a 29 años y busca dotarlos de recursos para estudios universitarios, de 2 mil 400 pesos; así como de 3 mil 600 pesos para capacitarse en algún tipo de empresa.

La pregunta es la siguiente: ¿Qué sector de los jóvenes que ya delinque abandonará su actividad para engancharse en los ofrecimientos monetarios del gobierno? Por supuesto, es poco probable que estos grupos etarios “reflexionen” y abandonen sus ganancias altamente rentables por las invitaciones espirituales del titular del ejecutivo. De igual manera, todo el paquete de gasto social destinado a grupos vulnerables (discapacitados, jubilados, madres trabajadoras, etc.) son simples píldoras momentáneas que transgeneracionalizan la pobreza y son buenos manjares para usarlos en las elecciones.

Si realmente AMLO quisiera atacar las “causas” tendría que hacer dos cosas: realizar una ofensiva seria y eficaz contra los más ricos deciles de la población, mediante una reforma fiscal progresiva que buscará la redistribución y que atajará la evasión; en segundo lugar, convertir la lucha por el empleo de calidad y el salario justo como el binomio para favorecer la movilidad social y con ello mejorar la calidad de vida. Tan sencillo como esto.

2.El discurso nacionalista y la práctica punitiva. El tabasqueño se ostenta como el defensor del “pueblo” y el portador de la justicia; sin embargo, como ya vimos líneas arriba, su política social es anémica e insustancial. En realidad, AMLO es un pragmático que navega según el público que lo escucha. Su esencia represiva no la puede ocultar. Dos ejemplos lo desnudan: el impulso al nuevo catálogo de delitos graves y la militarización de la seguridad pública. Lo demás, son simplemente dosis matutinas de demagogia.

pedropenaloza@yahoo.com                    @pedro_penaloz

 

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