Mis XV años
Rafael Rojas Colorado
rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx
(Para Karen Torres Bonilla)
18 de agosto de 2015. Karen, sonriente y plena de felicidad, bailaba su vals de XV años. La atmósfera que la envolvía en el salón Los pavorreales parecía transportarla hacia un mundo de ensoñación y fantasía. Familiares y amigos se iban turnando para bailar con la festejada. Las notas musicales embelesaban plenamente su alma.
Apenas unos minutos antes estaba arrodillada frente al altar de la Virgen de Fátima, agradeciendo a Dios por permitirle llegar a fecha tan especial. En esta oración de acción de gracias la acompañaban emotivos sus padres: Guillermo Torres Escoto y Angélica Bonilla Rodríguez; y sus padrinos: Rafael Alarcón Domínguez y Elda Luz Ruíz. El sacerdote en solemne homilía le hizo reflexionar sobre el elevado valor de la vida y que gracias a Dios y a sus padres ella tuvo la oportunidad de conocerla. Estas palabras la persuadieron al grado de hacerla comprender que en esta nueva etapa de su existir deberá prepararse en todos los ámbitos posibles para cumplir de la mejor manera su misión en la vida, además de cultivar sus valores y las virtudes que le proporcionen calidad moral, haciéndola digna acreedora de una sociedad más sana, sin dejar de disfrutar la etapa que le corresponde vivir.
El alma de Karen estaba rebosante de infinitas emociones y quizás pensó en su irrepetible infancia aprisionada entre gratos recuerdos fantásticos y maravillosos, donde las travesuras y la curiosidad eran su primer asomo a un mundo de los más expresivos matices. En un universo cobijada por el amor más hermoso que sólo son capaces de brindar los padres aprendió a sonreír, siendo esta la fuerza que llevará indeleble en lo más hondo de su ser para conseguir todo aquello que se proponga en la vida. Evocar su infancia le traslució el rostro amoroso de su madre expresándole tiernas sonrisas que el transcurrir del tiempo es incapaz de borrar, porque esos sentimientos y emociones están entrelazados por la fuerza del amor materno. Las alas del tiempo la convirtieron en señorita, la niñez queda contenida en un suspiro, esta será la única forma de acariciarla y poder volver a ser niña.
La fiesta de Karen parecía penetrar a cada instante en una dimensión de magia y color donde los sueños se mudan en realidad, producto de esa inexplicable emoción que sólo puede expresar el alma de una jovencita que llegó a la edad de las ilusiones y que comienza a comprender el valor que tiene la vida.
Cuando entonaron Las mañanitas en alusión a su cumpleaños, Karen se dirigió a partir su pastel; al momento de apagar las velas pidió un solo deseo: que el amor de Dios y el de sus padres le transmita la fuerza para amar profundamente la vida.
¡Feliz cumpleaños!