Mozart In The Jungle
Es, sin duda alguna, un placer cuando distintas artes se fusionan en un solo producto que es capaz de expresar el amor que se siente por ellas y lo indispensables que serían en la vida de ciertos seres humanos. En este caso se nos muestra, a través del cine (o producción audiovisual), el amor a la música y su existencia necesaria para los y las protagonistas.
Mozart In The Jnugle es una serie que funciona como una ventana a la escena artística New Yorkina, tanto estudiantil, como profesional. Se nos presenta a una orquesta sinfónica que crece poco a poco, un conductor que se retira y busca nueva inspiración, un conductor joven y vanguardista con mentalidad fresca y cruda, una oboísta apasionada y decidida a cumplir sus sueños y a muchos más personajes involucrados en la historia.
La orquesta sinfónica de Nueva York recibe un nuevo conductor, mientras que una oboísta soñadora comienza a trabajar como su asistente y poco a poco entra a la vida laboral de un músico profesional.
Con una trama que puede parecer tan simple, la serie acierta en ejecutarla en muchísimos aspectos: la locura en diferentes músicos es grandemente expresada, e incluso, se vuelve risible al ser retratada con sátira; la pasión y dedicación de esta profesión es increíble y no apta para cualquier mortal, esto recibe un acercamiento especial; el placer de tocar y recibir una reacción auténtica es el momento más satisfactorio para estos profesionales; la burocracia toma un papel importantísimo en niveles de este calibre, pero la serie deja bien en claro que no solo los músicos viven y respiran música, además, de no ser los únicos en respetarla y querer buscar su promoción y reconocimiento; y por último, la internacionalidad en la música es grandemente representada en esta serie, con un reparto de todos colores y nacionalidades la serie viaja a locaciones como México, Italia, China y más.
Los distintos tonos de la música, la diversidad dentro de ella y la modernización de la misma son temas grandemente explorados en esta serie.
Es indispensable recalcar que no tienes que ser conocedor de la música clásica, no tienes que ser amante de la misma, no es requisito, ni siquiera, que te guste; la serie habla con una pasión que te envolverá y no importará lo mucho que sepas sino lo mucho, o poco, que te haga sentir.
En las cuatro temporadas que esta serie nos ha entregado, hasta ahora, es enormemente placentero ver a los personajes madurar y crecer, a veces, para separarse de a música. Es interesantísimo el contraste entre músicos jóvenes llenos de ilusión y talento con los músicos mayores que se les rompe el corazón al verse forzados a no poder seguir tocando.
Esta serie es una carta de amor a la música y todos los involucrados en ella; escrita con drama, comedia, terror y sentimiento. Una carta que debe llegar forzosamente a todas las personas en la busca de dedicarse a la música, a las que ya lo hacen y a las que no pueden seguir más.
Por último, me gustaría recomendar un capítulo en específico de la serie, escrito y dirigido por Roman Coppola, uno de los involucrados en llevar la serie a la realidad. Este capítulo funciona como un cortometraje por sí solo. Tiene sentimiento y es atrevido, tal como la música debe de ser.
El capítulo gira en torno al regreso de la orquesta sinfónica y el plan de su conductor por llevarlos a tocar dentro de una prisión, frente a personas que nunca antes habían tenido el placer de asistir a un concierto de esta índole. Está filmado en un estilo de documental, aún cuando sabemos que es parte de un universo actuado, que nos hace sentir que vivimos ese día. El director nos lleva, con inmensa seguridad, por la preparación, la expectativa y la reacción. Cuenta con una fotografía maravillosa y vulnerable al haber sido filmado en rollo fotográfico y no en formato digital. Sin duda alguna, si no quieren ver la serie completa, este capítulo es obligatorio. (Temporada 3, Capítulo 7: “Not Yet Titled” (Sín Título Aún))
Serie disponible en Amazon Prime Video.