Nieves, paletas y helados en Coatepec, Veracruz
Por Dr. Jesús J. Bonilla Palmeros
jesus_bonilla1@hotmail.com
(Primera parte)
No podemos negar que las nieves son uno de los productos emblemáticos de la ciudad de Coatepec, sobre todo en estos calurosos meses en los que se apetece una rica nieve preparada por los neveros del parque público, a fin de mitigar la sed y refrescarnos de las altas temperaturas.
En sus inicios la nieve se elaboraba con hielo que se traía del Cofre de Perote, según referencias del Dr. Rafael Sánchez Altamirano quien cita al respecto:
“…Y como no había fábricas de hielo y era costumbre [en Semana Santa] como hoy, tomar helados en esos días, aunque hiciera frío, los neveros fletaban mulas para traer el hielo desde la cima del Cofre de Perote, donde había sido almacenada por don Rosario Ramírez desde el invierno en una gruta que llamaban troje. Don Manuel Villa, don Pepe Guerra y Gilo Pérez, que eran los tres principales neveros construían sus casetas en la plaza del mercado, donde hoy es el jardín Hidalgo y se proveían de mamones y masafinas, repostería de la que se hacía gran consumo. Era de todo mundo sabido que con las utilidades que lograban realizar durante los días de Semana Santa, cuando había buen tiempo, estos señores obtenían recursos suficientes para sostenerse durante todo el año”.
Tanto en el parque público como en las calles de la ciudad, realizaban su recorrido varios neveros que se hicieron famosos con sus productos, ofertando de diversas maneras la rica nieve que se despachaba en los famosos barquillos tostados que elaboraban los propios neveros de forma artesanal, mediante una especie de prensa de fierro que calentaban en lumbre de carbón, depositando sobre una de sus caras una mezcla hecha a base de harina, leche y huevo, la cual aplastaban ligeramente con la otra cara del aparato para que se cociera por ambas caras, acto seguido y con el apoyo de una espátula y un cono de lámina iban enrollando caliente la oblea para que adoptara la forma cónica. Tiempo después ya aparecieron los barquillos comerciales a base de harina y los vasitos de plástico.
No podemos pasar por alto las ricas nieves del kiosco en el parque público, lugar donde se consumía el delicioso producto con una hoja de naranjo y en combinación de las sabrosas soletas o masafinas. Expendio en el que los jóvenes de aquel entonces tenían un buen detalle para con la novia, y era la manera más lujosa de consumir el rico amantecado.
Continuará…
Referencia bibliográfica
Sánchez Altamirano, Rafael, Memorias Autobiográficas, Edición de autor, Coatepec, Veracruz, 1950.