Padre Javier Fontaine
Rafael Rojas Colorado
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El ministerio de los pastores espirituales de la iglesia católica es conducir hasta el fondo del corazón de los feligreses el mensaje de Cristo por todos los caminos por los que cotidianamente peregrinan en la práctica de su vocación evangelizadora.
El presbítero y licenciado Javier Fontaine Velásquez es un sacerdote que fervorosamente sirve a la comunidad cristiana desde aquel año de 1968 en el que fue seleccionado –junto con el seminarista Vicente Condado– para su ordenación sacerdotal en Bogotá, Colombia, recibiendo el sacramento del sacerdocio de parte de S.S. Pablo VI, en el XXXIX Congreso Eucarístico Nacional, celebrado en aquel país. Tanto el viaje como la distinción, autorizados por el Arzobispo Manuel Pío López y Guillermo Ranzahuer.
Su huella es profunda en todos los templos por los que ha transitado, ejerciendo humildemente su servicio sacerdotal. Aún se recuerda en sus inicios, en la Iglesia de San José, en la ciudad de Xalapa, Veracruz,; y en Teziutlán, Puebla, donde fue vicerrector. En Fortín cumplió su apostolado en la Iglesia de Américas. En la Catedral de Córdoba también estuvo presente; y, entre otras, recibió con suma alegría la Iglesia de San Jerónimo, en la que fue párroco de 1999 a 2002. Y el 8 de octubre de 2006 regresa a la apacible provincia coatepecana para hacerse cargo de la Rectoría de Nuestra Señora de Guadalupe, en la que es nuevamente recibido con algarabía. Su ministerio eclesiástico lo ha desarrollado a la par de su labor como formador espiritual e intelectual del Seminario Arquidiocesano de Xalapa, donde en algunos periodos ha ocupado la responsabilidad de rector.
En la Rectoría de Nuestra Señora de Guadalupe, en la ciudad de Coatepec, Veracruz, hizo algunas mejoras materiales. Pero haciendo énfasis en su compromiso evangelizador, se ocupó apasionadamente en trasmitir la doctrina cristiana a su comunidad, fomentando las creencias en el Todopoderoso, la fe y el vínculo esperanzador entre el feligrés y el Ser Supremo. Estas acciones fueron estimulantes durante su actuación en el templo, cuyo resultado es notorio, ganándose el cariño, el aprecio y la gratitud de los religiosos coatepecanos.
El buen pastor de los rebaños de Dios es un nómada que incansablemente caminará de un lado hacia otro, hacia la dirección trazada por el Señor; y el Padre Javier tiene que continuar su peregrinaje hasta que se le agoten las fuerzas, muy a pesar de que mucha gente desea que se quede en esta comunidad para siempre.
El padre Javier se ganó un lugar en el corazón de cada uno de sus feligreses, y como muestra del apreció que le tienen, el pasado sábado 17 de enero le organizaron una emotiva despedida los altruistas que siempre se mantuvieron cerca de él, colaborando en todo lo que pudieron hacer: Alejandro Alarcón Limón, Ernesto Cuevas Fernández, Elí Antonio Peredo Carmona, Diego López, Rogelio Landa y Anita Alfaro (los dos últimos, encargados de los salmistas y lectores). Fueron muchas personas más las que asistieron a esta emotiva convivencia en la que se degustaron exquisitos platillos, como muestra de cariño y gratitud. Pero lo más importante y sustancial de dicho evento es que le demostraron al padre que se queda para siempre en el recuerdo de cada uno de ellos.
El domingo 18 de enero de 2015 todas las misas que ofició el padre Javier estuvieron perfumadas de nostalgia, tristeza, lágrimas y sonoros aplausos que hicieron eco hasta el último rincón del templo guadalupano; una manera en que la ternura del católico no expresa un “adiós”, sino un “hasta siempre, Pbro. Javier Fontaine Velásquez”.