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PALETERÍA YOLA

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PALETERÍA YOLA

Por Rafael Rojas Colorado

            Por aquellos años en los que el pueblo se vestía de sosiego y el tiempo no tenía demasiada prisa, llegaron a Coatepec don Francisco Lomelí Cornejo y María del Refugio Torres. Era el año de 1959 y procedían de Mexticacán, Jalisco –cuna de las paletas en los altos de ese estado–.

            Don Francisco venía asociado con su tío, Pedro Cornejo. Pronto establecieron una paletería a la que acordaron llamar “Yola Paletería”, pues así se llamaba la hija del don Pedro Cornejo, tal vez no lo sabían con exactitud, pero esa razón social transcendería en el suceder del tiempo.

            El negocio lo ubicaron en la esquina de Cuauhtémoc y Aldama, una casa que pertenecía a don Luis Ortiz. Los pioneros comenzaron a trabajar con mucho entusiasmo para hacerlo florecer, pues de ese trabajo dependía el bienestar de la familia. Sin embargo, en 1960, la paletería quedó a cargo de don Francisco Lomelí, pues don Pedro decidió dejarle toda la responsabilidad. A don Francisco no le importó verse solo en el campo de trabajo, ya que era poseedor de muchas virtudes, atributos y valores que, sustentados en el amor por su esposa e hijos, experimentó el profundo anhelo de llevar hacia adelante la paletería. Su involucramiento y buen trato con sus trabajadores y clientes, le permitieron que su negocio fuese próspero, no obstante, la competencia, pues don Antonio Hernández vendía unas singulares paletas, por cierto, muy sabrosas, al igual la nieve del kiosco del parque Hidalgo entre otros negocios más del mismo giro. Pero la fe, el trabajo cotidiano y la voluntad, son semillas que alimentaron su corazón e hicieron florecer a la Paletería Yola, brillando con luz propia.

Este negocio constituyó una fuente de trabajo por medio siglo en el pueblo coatepecano. En las calles provincianas y empedradas, se escuchaba el pregón de los paleteros y se les veía empujando su carrito diseñado de fibra de vidrio bajo los ardorosos rayos del sol, esas siluetas se hicieron familiares en ese nostálgico ayer, en el que se respiraba la quietud del pueblo. Las personas, sobre todo, los niños, se les veía degustar una paleta de agua o crema, galleta, esquimo entre otras variedades. La paladeaban lento para prolongar el disfrute de esa delicia en el paladar.

            Fueron muchos los paleteros de la “Yola”, solo nombro algunos que no ha logrado adormecer el transcurrir del tiempo: Felipe Melchor, “El FM”; “Avililla”; Tarzán”, “Mamitas”; “El Pillo”; “El Venado”; “El Chivo”; Roberto y Mario Alarcón, entre muchos más, que satisfacían sus necesidades gracias a ese noble trabajo.

            Después de 30 años de que la “Yola” hizo popular esa esquina, el negocio fue trasladado a la calle Juan Soto, en el número 77, allí permaneció ofreciendo su producto hasta el año 2008, en el que se cerró definitivamente, fue el tiempo el que ya no le permitió a don Francisco seguir trabajando, era hora de descansar, su ciclo de trabajo había finalizado, su sueño estaba cumplido. Este momento es difícil en la vida del ser humano, dejar de hacer lo que se ama, lo que se ha construido con mucha pasión, porque las fuerzas del cuerpo ya no responden.

                                                 Don Francisco Lomelí Cornejo con sus hijos.

Don Francisco procreo con su esposa 12 hijos: Agustín; Carlos; Jorge; Paco; Jaime; Gerardo; Arturo –vende paletas en Monterrey–, Coty; Martha; Alicia; Lolis e Irma. Ellos recibieron el ejemplo del respeto y el amor al trabajo, por esta razón son apreciados por la sociedad a la que pertenecen.

            Los niños que se hicieron viejos, jamás olvidaron la “Paletería Yola”, solo la adormecieron en el recuerdo, pues existen demasiadas vivencias de aquel ayer que no se pueden olvidar. Pero en este año 2021, sorpresivamente, han despertado esa aletargada época para no dejarla morir, sino mantenerla viva y las presentes generaciones, puedan vislumbrar aquel pueblo mágico y pleno de fantasía que se transformó en modernidad, además, prueben una paleta similar, a las que les platican los abuelos.

            Cinthya Guiot Lomelí, su esposo, Javier García Elizondo y su padre, señor Arturo Guiot Limón, los invitan a probar ricas paletas de agua y crema, galleta y Sándwich y próximamente, nieve, esquimos y bolis, con una bella sonrisa los atenderán de maravilla.

            La nueva “Yola Paletería”, que acuna toda una historia de amor, está ubicada en la primera calle cinco de mayo número 15, abrió sus puertas al público el sábado 10 de julio del 2021, pero fue hasta el 17 cuando el sacerdote Sotero Domínguez bendijo el negocio, un espacio sagrado para ganarse el pan de cada día y compartir con el cliente el gusto de saborear una deliciosa paleta.

            El pasado y el presente se unen a través de una paleta, pues la esencia de don Francisco Lomelí Cornejo; está viva en cada latido del corazón de sus hijos y de las personas que, aún lo recuerdan en su paletería Yola. Pues llegó de una tierra lejana a sembrar en este suelo, sus ideales, anhelos, ilusiones y amor al trabajo, ese fue su compromiso personal, nada fue fácil, pero tampoco en balde, su obra la injertó en el alma de su descendencia y seguirá viajando hacia el futuro. Gracias don Francisco por su legado y por haberle sonreído siempre a la vida.

rafaelrojascolorado@yahoo.com.mx

                        Don Francisco Lomelí Cornejo en su paletería Yola. Años sesentas.

  Javier García Elizondo, Cinthya Guiot Lomelí, sacerdote Sotero Dominguez y Don Arturo Guiot Limón.