PAN/PRI, opción para tumbar a Morena
Por Edgar Hernández*
Veracruz sigue siendo la tercera reserva electoral de la República, pero ¿en manos de quién está?
Los números dicen que no está en manos de Morena, sino del PAN y el PRI.
Veamos.
Si acudimos a la última elección nos encontraremos con 1 millón 667 mil votos en favor de Cuitláhuac García Jiménez, un candidato invisible que de la nada alcanzó la gubernatura gracias al efecto Peje.
Bueno y tan de la nada, ya que Fidel Herrera y Ricardo Monreal se encargaron de llevar al padrón de Morena, los 300 mil votos –quitados al PRI- que necesitaba para ganar de manera apretada.
Mientras en la contraparte están la sumatoria Miguel Angel Yunes hijo con un millón 453 938 sufragios y Pepe Yunes con 520 mil votos de los 800 mil que le dejó en la anterior elección el derrotado Héctor Yunes Landa.
Números finales:
Morena: 1.660,000 votos PAN-PRI: 1, 973, 938 votos.
Ello sin contar que salvo las tres plazas municipales que tiene Morena –Xalapa, Poza Rica y Coatzacoalcos-, el 90 por ciento de los ayuntamientos está en manos del PAN-PRI.
¿Con quièn está pues, la mayoría en Veracruz?
Hemos hablado en este espacio de la traición de parte de los mejores exponentes priistas a su partido.
De la complicidad y el afán de un localizado grupo de priistas empeñados de atajar a como diera lugar al hijo del ex gobernador Yunes Linares y congraciarse con Andrés Manuel López Obrador cuya ola ganadora ya se veía venir con las consecuentes venganzas y cárcel.
Vieron por sus intereses personales aunque a su partido se lo llevara el carajo, tal como sucedió.
No previeron o les valió madre el grave daño que le provocaron a 8 millones de veracruzanos al llevar al poder a un grupo de ineptos y con sed de venganza, amén del apetito por el dinero que nunca tuvieron ya que venían de la calle, de los mítines, de los claustros universitarios en huelga.
Sin embargo, en el 2020 y tras el recuento de daños, ya se empieza a conciliar sobre cómo levantar al Partido Acción Nacional, hoy tan dividido; en cómo revivir al muerto, a un PRI por siempre ganador que llevó al cadalso a Pepe Yunes, tirando a la basura a la militancia que fue obligada a votar por Morena.
Acaso por ello no extraña el discreto diálogo entre Marlon Ramírez con Miguel Angel Yunes Linares con objeto de plantear objetivos comunes, unir fuerzas y convocar a la dirigencia panista, que hoy encabeza Joaquín Guzmán a participar con el grupo que lidera.
De ser así el beneficio sería, en efecto, para la oposición partidaria que sumada podría alcanzar los dos millones de votos para las próximas elecciones.
Eso sería importante para la vida democrática al igual que el recobre de la fuerza partidaria, pero fundamental lo sería para la ciudadanía que se vería altamente satisfecha que la oposición fuera al rescate de todo un pueblo lastimado tras el arribo de la Cuarta Transformación.
Es un hecho que a la vuelta de un año el laboratorio de Morena con Cuitláhuac a la cabeza y atarantados como Hipólito Rodríguez y Erick Cisneros, por citar a dos del ejército de mal presentados colaboradores, solo han mostrado que no saben gobernar y que lo suyo es el dinero y la preservación abusiva del poder.
Ello, a no dudar, tiene muy molesta a la ciudadanía con su gobernante sostenido en el poder por un necio presidente que las 13 veces que venido a Veracruz solo han sido para insistir que Cuitláhuac es “honesto” como si la honestidad no debiera ser para los morenos consustancial al ejercicio de una responsabilidad pública o fuera una prenda de prestigio aunque fuese un mal gobernante.
Se es honesto, pero corrupto; se es honesto, pero es nepotista; se es honesto pero mentiroso; se es honesto, pero no puede resolver los graves problemas en materia de salud y seguridad pública.
Ese es el dilema.
Lo demás viene en paralelo.
Cuitláhuac cerro el año sin resultados tangibles –ya le ordenó el Presidente que se fuera a Oaxaca para enterarse cómo se construyen los caminos-; los colectivos están que trinan en su contra; se toma fotos con personajes del crimen organizado no porque simpatice, sino por torpeza.
Veracruz vive en la atonía económica.
Basta subirse a un taxi o a un colectivo para escuchar como despotrican en contra del gobernante y sus alcaldes morenos. Basta acudir a un desayunadero para enterarse de lo que todo mundo ya sabe, lo mal gobernante que es y las burlas a su persona, que de verdad dan pena ajena porque se trata de nuestro gobernador.
Esa es la brutal realidad.
Por ello un día sí y el otro también, los sectores sociales, la opinión pública y los de su propio partido, le piden, le ruegan que pida licencia el próximo primero de diciembre.
El dice que no se va y tiene sus razones, pero lo único que no podrá evitar, más temprano que tarde, en julio del año próximo, es el juicio de los veracruzanos.
Será en las urnas donde los números hablen.
Tiempo al tiempo.
*Premio Nacional de Periodismo