Periodistas, hienas y zopilotes
Rúbrica
Periodistas, hienas y zopilotes
Por
Aurelio Contreras Moreno
Dentro del clima de crispación social con el que
el régimen de la mal llamada “cuarta transformación” busca debilitar y acallar
cualquier crítica -por pequeña que ésta sea- a sus desatinos, incongruencias y
corruptelas, hay que apuntalar la manera en la que los ataques del presidente
López Obrador a la libertad de expresión y de prensa se han vuelto cada vez más
violentos, al menos verbalmente. Lo que no quiere decir que no puedan ascender a
la agresión física.
Como todos los políticos autoritarios, Andrés
Manuel López Obrador es absolutamente intolerante a la crítica. No la soporta
bajo ninguna circunstancia. Menos aun cuando quedan exhibidas las malas
prácticas, simulaciones, incongruencias, conflictos de interés y hasta
corruptelas en las que los protagonistas son sus allegados o, como ha sido una
constante durante su sexenio, sus familiares.
En lugar de aclarar y/o demostrar fehacientemente
que los reportajes y opiniones periodísticas críticas a su gobierno son
erróneos, contienen equívocos o incluso falsedades –con medios probatorios
concretos-, el presidente ha decidido utilizar un espacio público, como palacio
nacional, y recursos públicos (personal humano, equipo técnico, tiempos de
transmisión en medios públicos) para despotricar, insultar, amedrentar y
amenazar, con todo el poder del Estado, a los periodistas –rara vez a los
dueños de los medios, por cierto- que publican los trabajos que lo enfurecen.
Ésa ha sido una constante del sexenio, sin
duda. Pero a últimas fechas y desde que alguien tuvo la perversa idea de crear
la infame sección “Quién es quién de las mentiras de la semana” en las
conferencias “mañaneras”, la violencia y las agresiones verbales con cargo al erario
contra periodistas –hasta varios afines al régimen, para que no se les olvide
quién manda y no se hagan los “imparciales”- han escalado a niveles
escandalosos e inadmisibles dentro de cualquier normalidad democrática que,
como queda claro, se está desbarrancando en México.
Esto es particularmente grave en un contexto
en el que los asesinatos de periodistas están creciendo aceleradamente. Cinco,
apenas en lo que va del año. Más de 50 en el sexenio, de acuerdo con las cifras
de la Secretaría de Gobernación. Una treintena, según Artículo 19 y otros
organismos que “regatean” la condición de periodista a su particular criterio y
solo condenan las agresiones cuando acaban en la muerte de un comunicador.
Resulta todavía peor cuando quienes alientan
el linchamiento de sus pares son otros periodistas que, convencidos del “manto
protector” que les da el oficialismo, creen que atacar y ridiculizar a sus
compañeros de gremio –con los cuales se puede o no coincidir- o simplemente
negarse a ser solidarios y repudiar las agresiones proferidas desde la
Presidencia de la República –que no se encuadran dentro de ningún parámetro del
derecho de réplica, al no existir punto de comparación entre el poder de unos y
otros- les redituará bien, los mantendrá dentro del círculo de los poderosos y
no tendrá mayores consecuencias para ellos.
Habría que recordarles –y algunos lo saben
bien, porque lo vivieron de cerca- que lo mismo pensaban los “oficialistas” del
sexenio de Javier Duarte: que como estaban “cerca” del gobernador, eran
“consentidos” en Comunicación Social y evitaban sumarse a las condenas hacia
crímenes como el de Regina Martínez y varios más, estaban a salvo de la
violencia y la muerte que azotó a los comunicadores en Veracruz en esos años.
Hasta que también a ellos los alcanzó.
Imputaciones
de mentiras
De no creerse la nueva excusa argüida por el
gobernador Cuitláhuac García para no derogar realmente el inconstitucional tipo
penal de ultrajes a la autoridad: que porque 40 “jefes de plaza” del crimen
organizado en la entidad fueron encarcelados imputados por ese delito, cuya
supresión los pondría en libertad.
¿Qué no esos delincuentes tendrían que ser
procesados por homicidio doloso, tráfico de estupefacientes y de personas, secuestro
y otros delitos asociados con la delincuencia organizada? ¿Quiere decir que
criminales sanguinarios y peligrosísimos están en la cárcel bajo cargos
endebles y muy lejanos a la gravedad de sus actos?
Vaya manera del gobernador de reconocer que
el trabajo de la Secretaría de Seguridad Pública y el de la Fiscalía General
del Estado son una porquería.
Email: aureliocontreras@gmail.com
Twitter: @yeyocontreras