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PRIMERO DE MAYO

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Incansables luchas para no ser explotados física y mentalmente; en todo el territorio de los Estados Unidos, miles de obreros acuden a la primera huelga general, porque hay que marcar límites a la opresión de los insaciables patrones que resuelven todo con violencia. En 1886, Chicago, Illinois, es el núcleo de los acontecimientos para la dignificación de la clase obrera, que, con un paro nacional, lanza el desafío al poder de los capitalistas.

 

Jornada laboral diaria de ocho horas, derecho de huelga, libertad de expresión y de reunión, es lo que encabeza la demanda del primero de mayo, el día señalado; “EL DERECHO A UNA VIDA HUMANA Y JUSTA, ES ESENCIAL”. La respuesta es inmediata, la fuerza policial castiga el movimiento y cientos de trabajadores son masacrados. La sangre que derraman esos MÁRTIRES DE CHICAGO, producto de la represión, fructifica en la clase obrera de casi todas las naciones.

 

 

“Escoletas”, “banda de guerra”, “sesiones”, “líder”, “huelga”, “desfile”, “secretario general”, “mitin”, “sindicato”, eran frecuentes expresiones que atendía en mi niñez; no era para menos, mi infancia ocurrió dentro de un ambiente cien por ciento proletario, en donde el primero de mayo era una aclamación de absoluto respeto; honores a la bandera con el redoblar de tambores, el bullicio de clarines y la entonación de nuestro Himno Nacional, calaba la médula de mis huesos; con lágrimas, mis sentimientos a la patria enaltecieron, dejando en mi corazón una huella tan profunda, que hasta el día de hoy me desasosiega.

 

Una costumbre y como un tributo sindical, la bandera rojinegra, zurcida en diagonal, símbolo del sindicalismo o movimiento obrero, destacaba en toda ceremonia fúnebre, cobijando el féretro del obrero fallecido, que, en los hombros de 4 camaradas, desfilaba en la carretera de las Puentes a Coatepec, acompasada por el rítmico vaivén de las borlas de seda y oro, y las marciales notas perpetradas por la templada banda de guerra.

 

Aquellos tiempos se fueron; el Sindicato Fraternal de Hilados y Tejidos de la Fábrica La Purísima de las Puentes, Coatepec, Ver., desapareció el día que la factoría cerró las puertas por el deterioro de su economía. Los obreros fueron indemnizados conforme a la ley, y algunos recibieron el beneficio de la legalización de su vivienda. Los privilegios sindicales obtenidos a través de los derechos de huelga, son remembranza. Los habitantes que permanecen, añoran el chiflido que regía la hora de entrada o salida del turno laboral. Este próximo día primero de mayo, pasará inadvertido, pero es seguro que algún puenteño, lo recordará.

 

Amigos, la abuela Josefina dijo: “en casa del pobre, cuando no se trabaja no se come”

Alguien contestó: —abuela, no tengo hambre, la chancla salió volando y dio en el blanco.

 

 

¡Ánimo ingao..!

 

Con el respeto de siempre, Julio Contreras Díaz

 

Escuche usted la versión de audio en la voz inconfundible del «Jarochito»: 

 

jcondiaz@yahoo.com

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