Publicaciones de antaño: San Jerónimo Coatepec de Joaquín Ramírez Cabañas
Jesús J. Bonilla Palmeros
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(Segunda parte)
Tiempo después le publican su novela corta “La Fruta del Cercado Ajeno” (1921), obra escrita con atildamiento, y para 1921 presta sus servicios en el Departamento Editorial de la Universidad, aparte de sus colaboraciones en las revistas: “El Mundo Ilustrado”, “Revista Moderada de México”, “Revista de Revistas” y “El Universal Ilustrado.
Es con su libro de versos “Remanso de Silencio” publicado en 1922, que Don Joaquín Ramírez Cabañas es objeto de significativos comentarios por parte de importantes personajes de su época, y de los que incluimos algunos fragmentos:
“…Remanso de Silencio, rincón de paz, sedante de retiro, dulce telar de ensueños, canción en sordina, dolor melancólico y apacible que va soltando el chorrito de su queja; todo eso es la poesía de este hombre de aspecto huraño y de corazón acogedor –empero- a la bondad que hace clara la vida y presta fáciles emociones para dar sentido poético a las cosas…” Prólogo de Genaro Estrada
“Este segundo libro de versos de Joaquín Ramírez Cabañas es una prolongación y una florescencia del primero, “La Sombra de los Días”. Las cualidades fundamentales que revelaba el primero, ocultas todavía como yemas bajo una corteza de arcaísmo y amaneramiento, aquí han salido al sol en sinceridad y conciencia. La impresión de poesía brumosa, remota, esquiva en muchos velos de simbolismo, que nos dejaba aquella sombra de aquellos días, se cambia en el espejo de este remanso en un pleno disfrutar de visiones maravillosas, espirituales u objetivas…” Humberto Tejera (“El Heraldo de México”, 17 de septiembre de 1922).
“…”Remanso de Silencio”…Lo forman unos treinta poemas, repartidos así: “Remanso de Silencio”, “Poemas del Mar” y “Evocaciones”. En todos se encuentran motivos estéticos muy análogos; confesiones de dolor real, de amarguras copiosamente cosechadas. Joaquín Ramírez Cabañas, que es periodista de larga y bien debatida existencia, nos dice en estos poemas suyos, que tanto dejo de hurañez contienen, cómo comprende y cómo afronta la vida, con qué filosofía observa las horas que pasan en su retiro hoy sosegado. Y todo nos lo dice exquisita, serenamente, con un estilo muy suyo. Nos habla de sí mismo, de sus estados espirituales, y no, cual otros poetas insinceros, de aquellos acerbos dolores experimentados por el vecino o por el héroe de su predilección. En este sentido, Ramírez Cabañas es más poeta qué muchos de sus congéneres compatriotas…” Enrique D. Tovar y R. (“MERCURIO PERUANO”, Lima, Perú, Revista Mensual de Ciencias Sociales y Letras, noviembre-diciembre, 1922).
Continuará…