REGULACIÓN EMOCIONAL
REGULACIÓN EMOCIONAL
Por Salvador
Farfán Infante
Manejar las emociones es una habilidad es un
tanto complicada. Consiste en moderar o manejar la emoción experimentada frente
a situaciones intensas, ya sean positivas o negativas.
Se ha considerado como la capacidad para evitar
o responder de forma efectiva a reacciones emocionales descontroladas en momentos
de enojo, provocación, miedo, angustia, estrés o en situaciones que pueden ser
percibidas como negativas para el sujeto.
En general se incluye cualquier emoción, pero
se aplica más a aquéllas que puedan desbordarse o ser poco controladas. Entre
sentir una emoción y dejarse llevar por ella tan sólo existe una línea
divisoria. Esto quiere decir que regular las emociones implica algo más que
simplemente alcanzar satisfacción con los sentimientos positivos y tratar de
evitar o esconder nuestros afectos más nocivos.
La regulación va más allá, consiste en
percibir, sentir y experimentar nuestro estado afectivo, sin ser abrumado o
guiado por la irracionalidad. Una persona que puede regular sus emociones
de forma efectiva elige bien los pensamientos a los que va a prestar atención
para no dejarse llevar por su primer impulso e, incluso, aprende a
generar pensamientos alternativos adaptativos para controlar posibles
alteraciones emocionales.
De igual manera, una regulación efectiva se
expresa con la capacidad para tolerar la frustración y sentirse tranquilo y
relajado ante metas que se plantean como muy lejanas o inalcanzables. En este
aspecto, no se puede pasar por alto la importancia de la destreza para regular
nuestra capacidad de automotivarnos.
El proceso de autorregulación forma parte de la
habilidad inherente para valorar nuestras prioridades y dirigir nuestra energía
hacia la consecución de un objetivo, afrontando positivamente los obstáculos
encontrados en el camino, a través de un estado de búsqueda, constancia y
entusiasmo hacia nuestras metas.