Daniel BadilloPLUMAS DE COATEPEC

¿Se acabaron las lacras?

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¿Se acabaron las lacras?

Por Daniel Badillo 

En el discurso diario del presidente Andrés Manuel López Obrador frente a la prensa, es reiterada su postura de que con la llegada de la Cuarta Transformación se acabaron las lacras que caracterizaron a regímenes anteriores como la corrupción, el nepotismo y el tráfico de influencias; sin embargo, resulta imposible, incluso para el propio López Obrador –un hombre bien intencionado y honesto- arrancar de raíz esas prácticas.  

Y digo que resulta prácticamente imposible pues a pesar de los grandes esfuerzos que realiza el mandatario federal, no puede controlarlo ni supervisarlo todo. Y es que, a nivel federal, estatal y municipal, prácticas como las que se indican al inicio de estas líneas siguen presentes. O usted, amable lector, respetable lectora, podría afirmar que, en Veracruz, por ejemplo, ya no hay corrupción, nepotismo, ni tráfico de influencias. ¿Considera usted, que en los 212 municipios y en los tres Poderes del Estado, se administra ahora con honestidad y transparencia? ¿Es decir, ya no hay nepotismo, influyentismo, ni deshonestidad?  

A diario leemos en la prensa casos documentados de corrupción en todos los órdenes de gobierno, motivados –en muchos casos- por la asignación directa de recursos sin licitación de por medio a compadres, amigos y conocidos; o la compra de bienes a sobreprecio en las dependencias públicas, incluso, la recomendación de familiares dentro de estructuras burocráticas como lo afirmó el diputado local de Morena, José Magdaleno Rosales, quien luego de aceptar que su hijo labora en el Congreso del Estado, sostuvo que esta práctica –la del nepotismo- prevalece no sólo en el Poder Legislativo sino también en el Ejecutivo y Judicial y en los municipios, donde –dijo- “hay familiares de actores políticos y funcionarios de gobierno en la nómina”.  

¿Cómo combatir, entonces, esas lacras a las que el presidente hace mención todos los días? Resulta difícil, por no decir imposible, poner fin a estas prácticas antes y ahora, pues el poder es una hiedra que obnubila a algunos y pervierte a otros. Si bien le asiste la razón al presidente López Obrador cuando indica que los regímenes anteriores eran corruptos, hipócritas y por ello están moralmente derrotados, no menos cierto es que la Cuarta Transformación podría padecer el mismo mal, insisto, a pesar del esfuerzo presidencial de combatir la corrupción, porque no todos siguen su ejemplo.  

De allí la importancia de que los ciudadanos estemos atentos sobre la acción de gobierno y denunciemos formal y públicamente, los abusos y excesos de quienes detentan el poder, más allá de siglas y colores partidistas, pues los recursos públicos son de todos. Ya lo ha dicho el presidente: basta de abusos y de corrupción, y eso aplica a todos por igual.  

Es correcto evidenciar las tropelías de quienes antecedieron a López Obrador en el cargo y que dejaron al país envuelto en una crisis de pobreza e inseguridad; pero también es correcto hacerlo ahora, con quienes gobiernan el estado y el país, para evitar, precisamente, que se cometan los mismos abusos, las mismas corruptelas y los mismos errores del pasado.  

POSDATA:  

Transito diariamente por la carretera Xalapa-Coatepec. En este mismo espacio dejé constancia de que luego de casi 25 años en que se amplió a cuatro carriles, ningún gobierno había dado mantenimiento a la misma, y fue hasta el bienio anterior donde se remozó completamente con concreto hidráulico, lo que mereció el reconocimiento de los habitantes de ocho municipios que utilizan esta vía de comunicación; no obstante, con el paso del tiempo, la carretera presentó fallas como el hecho de que, al frenar, los vehículos derrapan; no obstante, muchos de los accidentes han sido provocados por la falta de pericia de los conductores y por manejar a exceso de velocidad. Ante ello, vecinos que habitan a los costados de la vía de comunicación se manifestaron para exigir la colocación de topes o reductores de velocidad para evitar más accidentes, lo que está siendo atendido por las autoridades estatales. En lo personal, creo que no es la solución pues además del tráfico que se ocasiona, es necesario revisar a fondo todos los tramos, pues, insisto, hay un problema con la superficie de rodamiento que origina que los vehículos derrapen. Mientras los conductores no respeten el límite de velocidad y manejen de manera temeraria, a pesar de los topes, seguirán ocurriendo accidentes.