REGIONALES

TEMA LIBRE

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Miguel Ángel Rodríguez Todd

 

 

Lo menos que me causa es extrañeza, pero lo cierto es que la conmemoración de la independencia de nuestro país coincide con la fecha en que dio inicio la lucha para obtenerla. Fue el 16 de septiembre de 1810, con el famoso grito de Dolores, cuando Miguel Hidalgo y Costilla daba por iniciada la reyerta para conseguir nuestra soberanía. Tuvieron que pasar once largos años de contiendas para su consumación, pues el 27 de septiembre de 1821 se pone fin a las hostilidades. Mayor perplejidad tengo, ya que el origen del movimiento insurgente fue la invasión francesa del territorio español, que obligó a Carlos IV y Fernando VII a abdicar a favor de José Bonaparte, hermano de Napoleón; por eso, lo que en realidad se buscaba era instalar un congreso soberano que gobernara en nombre de Fernando VII, cuyo trono había sido usurpado. Bajo esa óptica, se pretendía la independencia de Francia y no de España, ni de su sistema monárquico y, para muestra, basta recordar que Hidalgo, en su famosa arenga de Dolores, lanzó vítores a Fernando VII.

A la muerte de los líderes iniciales, el movimiento independentista pasó por varias etapas y vio surgir nuevos caudillos como Morelos, Nicolás Bravo y Vicente Guerrero, aunque quedó reducido a una guerra de guerrillas y en 1820 solo quedaban algunos grupos rebeldes en la Sierra Madre del Sur y en Veracruz. La rehabilitación en España de la liberal Constitución de Cádiz, obligó, por ese entonces, a los criollos monarquistas, al ver afectados sus intereses, a aliarse con los núcleos insurgentes. Agustín de Iturbide lideraba a los primeros y, por su parte, Vicente Guerrero era la figura más emblemática de los segundos y ambos, el 10 de febrero de 1821, sellan la paz entre las partes mediante el célebre abrazo de Acatempan. Posteriormente Iturbide, el 24 de febrero de ese año, proclama el Plan de Iguala, el cual se fundamentó en tres garantías: religión católica como la única aceptada, la unión de todos los habitantes y la independencia de la Nueva España.

El 3 de agosto de 1821, llega a San Juan de Ulúa, Juan O’Donojú, para muchos considerado como el último Virrey de la Nueva España, aunque en realidad pisó tierras nacionales con el nombramiento de capitán general y jefe político superior.  O’Donojú de inmediato se propuso pactar con Iturbide y convinieron ambos una reunión a celebrarse en la ciudad de Córdoba, Veracruz. Algunas fuentes narran que O’Donojú e Iturbide arribaron a esa ciudad un día antes de celebrar su encuentro. Iturbide pernoctó en el llamado Portal de la Gloria, actualmente Casa de la Cultura, ubicado en la Avenida 3 esquina Calle 3, frente a la iglesia de la Inmaculada Concepción, hoy Catedral. Mientras tanto O’Donojú hizo lo propio en el Portal de Zevallos, ubicado frente a la Plaza de Armas, en la Avenida 1 esquina Calle 1. Al otro día, 24 de agosto, muy de mañana, ambos escucharon misa, dicen las crónicas. Posteriormente se dirigieron al Portal de Zevallos, elegido como sede del encuentro. Al saludarse, Iturbide estrechó la mano de O’Donojú y le dijo: “Supuesta la buena fe y armonía con que nos conducimos en este negocio, creo que será muy fácil cosa que desatemos el nudo sin romperlo”. Posteriormente firmaron el Tratado de Córdoba, compuesto por diecisiete artículos en cuyos puntos principales se reconocía la soberanía e independencia del Imperio Mexicano, el cual sería monárquico constitucional moderado. Sería llamado a gobernar Fernando VII o cualquier miembro de la casa real y, en caso de que nadie aceptase, las Cortes del Imperio nombrarían al Soberano. Mientras tanto, de acuerdo a lo estipulado en el Plan de Iguala, se formaría una Junta Provisional Gubernativa.

Fue el 27 de septiembre de 1821, como ya señalé anteriormente, con la entrada triunfal del Ejército Trigarante a la Ciudad de México, cuando se consuma nuestra independencia. Al siguiente día se reúne en la Catedral la recién creada Junta Provisional Gubernativa para jurar el Plan de Iguala y los Tratados de Córdoba y a las nueve de la noche se firma el acta de independencia. A partir de ahí, México tiene soberanía e independencia, muy a pesar de que España nos reconoció así hasta el 28 de diciembre de 1836.

Usted, sin duda alguna, con su análisis crítico, tiene las mejores interpretaciones y conclusiones de estos pasajes de la historia de nuestro país. Las mías son las siguientes:

  • La causa de todas las luchas armadas de México ha sido la eterna pugna entre conservadores y liberales.
  • Nos guste o no, Iturbide, tejiendo fino y sin derramamiento de sangre, consiguió la transición pacífica hacia nuestra independencia y nos legó los actuales colores de nuestra bandera.
  • Los veracruzanos tuvimos mucho que ver para la obtención de nuestra independencia y muchos desconocen que los Tratados de Córdoba fueron fundamentales para su obtención.
  • Buena cosa debe ser ponerse en comunión con Dios, si al escuchar misa previamente, dos personajes fueron capaces de instaurar acuerdos de paz entre dos naciones.

 Por lo pronto, espero que al 27 de septiembre se le otorgue mucha mayor relevancia, entendiendo que muchos otros países celebran el día de su independencia, en fecha que coincide con su consumación o proclamación. Mucho me gustaría.

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