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TEMA LIBRE

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Un mejor Coatepec

Miguel Ángel Rodríguez Todd

 

Con mucha frecuencia criticamos la gestión de nuestras autoridades municipales; todos, de alguna manera, sentimos tener la varita mágica para bien gobernar a este Pueblo Mágico. Decimos con total ligereza y sin ningún soporte de prueba que nuestros gobernantes son corruptos y quizá, no nos falte la razón. Todos opinamos, todos tenemos la solución a los problemas de nuestra ciudad. Y no dudo de ello, pues con un poco de buena voluntad mucho se puede resolver, entendiendo que gran parte de las deficiencias se encuentran en la prestación de servicios públicos, las cuales demandan acaso simples soluciones. Existen otras carencias, cuyas soluciones son más complejas, como mejorar la seguridad, regular adecuadamente el comercio ambulante, descongestionar el tránsito vehicular, un adecuado plan de movilidad urbana y muchos etcéteras más en lo que todos nos consideramos expertos, pero a la hora de la verdad, solo criticamos y nunca nos comprometemos. En concreto, exigimos todo y fuera de nuestra crítica no aportamos nada.

Nuestra apatía, por lo general, es excusada con el argumento de que nuestra voz es la voz que clama en el desierto, donde ni nos ven ni nos oyen. Peor aún, recurrimos a infinidad de pretextos para no emprender acciones que están a nuestro alcance ejecutar y que contribuirían a hacer de nuestro entorno, un mejor lugar para vivir. Si el gobierno no hace, entonces, ¿por qué yo sí?; frase que sólo nos hunde y atrasa más.

Mejor sería, por ejemplo, tener bien cuidadas a nuestras mascotas y evitar que salgan a la calle a depositar sus heces fecales en las banquetas. Nuestras aceras son auténticos campos minados y caminamos sobre ellas sin saber en qué momento una “bomba” nos “explotará”. Lo correcto sería pasear a nuestros perritos, acompañados de un par de bolsas biodegradables, para recoger, por si fuera el caso, su detrito. Otro triste espectáculo es ver que desde lujosos automóviles sale arrojada basura, por lo general inorgánica, como si nuestras vialidades fueran rellenos sanitarios. O desperdicios de agua, usada irracionalmente. O el uso indiscriminado del automóvil, en vez de caminar por nuestra ciudad que, dicho sea de paso, es para ser caminada para darnos el lujo de apreciar con detalle su belleza y sus defectos y así, descubrir que, con nuestros minúsculas acciones (permítanme el término), abonamos grandemente a darle una mejor imagen a nuestra querida ciudad. Por insignificante que sea la basura, mejor guardémosla hasta encontrar un depósito, muy a pesar de lo escaso de estos artículos en nuestros espacios públicos; usemos racionalmente el agua sin pensar en que al pagarla, podemos desperdiciarla; caminemos y así, no solo combatimos el sedentarismo, sino contribuimos a descongestionar las caóticas vialidades. Pensemos y actuemos con sentido social, sin egoísmos, que nuestro pequeño grano de arena, agregado a la aportación de los demás, formará miles de metros cuadrados de playa.

Creo más en la sumatoria de pequeños actos, realizados por convencimiento, que en las magnas obras de la autoridad, ejecutadas casi siempre, para alimentar el ego de quien ejerce el poder. Los primeros, impulsados de abajo hacia arriba, por lo general, llegan para quedarse. Las segundas, comúnmente impuestas de arriba hacia abajo, son efímeras. Tiene permanencia lo que la sociedad en su conjunto propulsa porque, repito, son actos por convencimiento que la misma colectividad se encarga de conservar y, paulatinamente, esos actos por “contagio”, son asumidos por el resto de la población. El Mahatma (Alma Grande) Gandhi decía: “Dicen que soy héroe, yo débil, tímido, casi insignificante, si siendo como soy hice lo que hice, imagínense lo que pueden hacer todos ustedes juntos.”

Se alimenta mi esperanza, cuando muy de mañana, observo a cientos de corredores que han hecho del correr un hábito. Ellos, con certeza, cumplen la máxima de “mente sana en cuerpo sano” y he comprobado que son proclives a organizarse colectivamente para alcanzar metas, asumiendo roles proactivos. También me alienta ver a las nuevas generaciones de jóvenes estudiantes del bachillerato “Joaquín Ramírez Cabañas”, cuando convencida, respetuosa, organizada y cultamente, atraviesan la calle usando el puente peatonal. Y, finalmente, me anima la contundencia del ejemplo, replicable, de lo que un patronato ciudadano ha logrado hacer para conservar y engrandecer a la Unidad Deportiva “Lic. Roberto Amorós Guiot”.

Me ilusiono en pensar en un mejor entorno para todos, cuando veo nuestra generosidad manifestada en acciones individuales y voluntarias en beneficio de los demás, partiendo de la premisa de ser parte de la solución y no del problema. Igualmente espero que los casos exitosos de organización ciudadana se multipliquen en todos los ámbitos de nuestra sociedad, para hacer de éste Pueblo Mágico, un mejor Coatepec. Mucho me gustaría.

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