Testimonios de la migración en el Sur (I)
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René Sánchez García.
La dolorosa problemática que sufren nuestros hermanos que viven del otro lado de nuestra frontera sur, ha ocasionado que miles y miles de personas con orígenes guatemaltecos, hondureños, salvadoreños y demás países pobres centroamericanos, deseen cruzar diariamente la línea divisoria y así insertarse a México en calidad de inmigrantes, y de esta manera cruzar la frontera norte, con el propósito de llegar a los Estados Unidos de Norteamérica en busca de un empleo temporal, que alivie un poco ese grado de pobreza extrema en que viven, tanto ellos como sus familias. Hasta donde se sabe, son casi 4 millones de personas indocumentadas las que existen actualmente en nuestro país.
Se ha reconocido internacionalmente que los países de donde emigran estas personas, están pasando actualmente por graves problemas de tipo político, social, económico, religioso y de seguridad, que pone en riesgo la vida de todos ellos. Así, miles de hombres, mujeres y niños, ya sea en pequeños grupos o en caravanas, se han internado en México desde hace más de tres años. El gobierno mexicano como buen vecino, ha implementado medidas humanitarias de salud, educación, vivienda, seguridad y alimentación para todos y cada uno de los grupos que transitan del sur al norte. Acción humanitaria que ha sido mal vista y criticada por algunos sectores políticos mexicanos.
Todos nosotros los mexicanos estamos informados del rechazo que existe por parte del gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica para permitir la entrada de estos hombres, mujeres y niños, lo que ha creado serios problemas de tipo político entre EU y México. Pero igual, aquí en nuestro país existe también, no sólo el rechazo de los mexicanos hacia estos migrantes centroamericanos, sino que existen testimonios del mal trato que reciben estos migrantes por parte de los cuerpos policiacos. En estas entregas daremos cuenta de ello, no sin antes mencionar que fueron tomadas de la revista Letras Libres, número 247 del mes de julio de 2019:
“Empiezas de desvelarte meses antes, dejas de comer y de tomar agua para aguantar más. Mi mamá me enseñó a guardar dinero en algunas partes del cuerpo; mi papá me dijo que me darían unas pastillas (anticonceptivas, después supe). Me acuerdo que una noche antes fui con el pastor a que me ungiera con aceite, dicen que te protege.
“La parte más difícil fue México. Hacía todo lo que me decían. Me daba miedo que los Zetas me atraparan, porque si te atrapan, trabajas para ellos o te hace su novia. Nadie te ayuda. Los militares más tranquilos te golpean y te quitan el dinero y los celulares”.
“Estábamos encerrados en una casa. Yo tenía mucho sueño cuando mi coyote me llevó a un cuarto oscuro. Yo no sabía que estaba lleno de hombres. Todos me golpearon y me violaron. Me deportaron hace tres años. Mi mamá y mi papá ya están ahorrando para el próximo año. Lo voy a volver a intentar, pero esta vez yo escogeré al coyote”. Dayana, 16 años, Ciudad de Guatemala, Guatemala.
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