La Otra VersiónPLUMAS DE COATEPEC

UN BULTO VIVIENTE EN COATEPEC

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UN BULTO VIVIENTE EN COATEPEC

René Sánchez García

Las personas que lo conocen, ya sea de cerca o de lejos, coinciden en señalar que este hombre llegó a estas tierras coatepecanas, algo así como hace 25 años o más. Oriundo de por las regiones frías de Altotonga, vino con el propósito de ganarse la vida en el corte de café, pero más tarde se dedicó a la venta de algunos de los periódicos diarios que se publican en la capital veracruzana y en nuestra cabecera municipal.

Siempre fue un hombre solo, sus únicos acompañantes que se le recuerdan son una infinidad de perros callejeros que lo acompañaban a cualquier lugar, pues ellos le fueron totalmente fieles aun en la adversidad. Recuerdo haberlo visto varias veces como compartía sus tortillas o sus panes con dichos animales, incluso lo resguardaban cada anochecer, esto es a la hora de dormir para servirle junto con cartones viejos para proporcionarse calor de amigos.

Nunca tuvo un lugar fijo donde vivir, es aún un hombre de la calle. El primer lugar de residencia fueron las bancas metálicas del parque municipal “Miguel Hidalgo”. Después, sobretodo en tiempos de frío, neblina o lluvia, se le veía en las puertas de una mueblería bien conocida frente al parque. También pernotaba en cualquier lugar cómodo dentro del mercado municipal. Ahora su vivienda es la fría e incómoda banqueta a la entrada de una de las papelerías, envuelto en sus sucias cobijas que lo protegen.

Cuando sano estaba, era común verlo desde las primeras horas de la mañana hasta entrada la noche, ofreciendo a grito fuerte el periódico a la venta, de las cuales anunciaba sus principales noticias, casi siempre las referidas a la tradicional nota roja. Con sus monedas adquiridas comía en alguna de las fondas o puestos de comida que se encuentran en el citado mercado de esta ciudad. Algunas ocasiones se miraba limpio de sus ropas, no como ahora que son las mismas de hace meses, cargadas de mugre.

Hace como 15 años conocí a su señora madre que lo vino a visitar. La mujer setentona me comentó que el sueño de su hijo, ahora conocido como Pasitos, era el de venir a esta ciudad para prepararse con todo para convertirse algún día en presidente de la república, o quizá en el presidente municipal. Por aquellas fechas era un hombre correcto, ahora padece de sus facultades mentales y muchas de las veces se muestra agresivo con las personas que quizá lo molestan o agreden.

Lo cierto es que nuestro Pasitos es y forma parte ya de nuestra comunidad, aunque abandonado a su suerte por las autoridades municipales, civiles y religiosas de la ciudad, pero principalmente por toda esa gente que lo ve a diario en esas condiciones inhumanas y que no es capaz de tenderle una mano de ayuda. Me tocó verlo el día 31 de diciembre pasado, dormido entre sus viejas cobijas, todo flaco, calvario, viejo, sucio y barbudo, entre un mar de gente que se disponía a realizar sus compras para la cena de fin de año. Allí tirado, como un bulto, permanece como siempre en su soledad, aunque sin sus fieles perros que lo acompañaron por años.

sagare32@outlook.com