Un canto a la cultura
René Sánchez García
El tomo número 37 de la colección Grandes Ideas de Editorial Taurus, que lleva por título Elogio de la educación, recoge siete magníficos ensayos del escritor peruano Mario Vargas Llosa, publicados entre los años de 1997 a 2010. Los textos son una fina mezcla que va de los recuerdos infantiles a los años de estudiante; de su vida profesional a la incursión en la política; de los lugares y países visitados al encuentro de escritores e influencias literarias; de sus vivencias y pasiones personales a muchos de sus libros, que los han hecho merecedor no sólo al Nobel de Literatura (2010), sino al reconocimiento en el mundo de la cultura.
A primera vista, el texto en su conjunto parecería un trabajo autobiográfico, por las múltiples experiencias personales que allí salen a la luz, pero esas situaciones vividas son necesarias para conocer la pasión que profesa por la lectura, los libros, las bibliotecas, la escritura, por la literatura misma. Pero considero que más que una alabanza a la educación y la cultura, es un reclamo severo a todo aquello que se ha venido transformando con los efectos de la modernidad tecnológica, misma que informa de forma global en el momento en que suceden los hechos, pero que incomunica y separa cada vez al hombre en su vida social.
Todo en Elogio de la educación (México, 2015, 121 p.) es rescatable, no sólo porque se incluye el discurso de aceptación pronunciado en Estocolmo, sino que para quienes en el futuro decidan dedicarse a la escritura, aquí encontrarán todo eso que ha hecho grande a Vargas Llosa: la influencia de lo vivido y lo leído, dejar de imitar para descubrir la propia voz, las manera de llegar a la ficción, la responsabilidad del trabajo literario, el valor de la libertad y los derechos humanos en el trabajo intelectual, la necesidad de ser solidarios y fraternales con los otros, contagiar la indignación por las injusticias, aceptar los desafíos de este siglo; pero más que nada, no confundir la verdadera vocación literaria por el relumbrón y los beneficios materiales en que suelen caer los escritores principiantes.
En fin, hay que leer todo éste bello y magnífico canto de amor a la cultura universal.
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