UNA EDUCACIÓN PARA LA IGUALDAD
UNA EDUCACIÓN PARA LA IGUALDAD
Por
Paola Rivas Cuevas
Durante los últimos
cincuenta años, los gobiernos y las organizaciones de la sociedad civil han desplegado esfuerzos notables a
fin de formular y aplicar políticas públicas orientadas a respetar los derechos de todas y todos. A decir verdad, lo consagrado en la convención sobre la eliminación de todas
las formas de discriminación contra la mujer (CEDAW) y en la Plataforma de acción de Beijing han creado un consenso y
generado marco de acción
internacional que ha permitido lograr avances notables para subsanar las disparidades de género
en diferentes ámbitos de desarrollo.
Es dable decir que
varios países con democracias consolidadas y otros, en vías de desarrollo de
primer mundo, han trazado rutas de acceso a la igualdad de género. En ese sentido, resulta menester conocer
y reconocer que la igualdad de género es un derecho humano de rango constitucional
y per se un derecho que debe permear a todo el aparato normativo que regula el comportamiento de la sociedad. Sin embargo, la
cultura, los valores, las costumbres
y las tradiciones, en ocasiones resultan auténticos obstáculos que impiden el cumplimiento de este derecho y, por tanto, retrasan considerablemente la transformación
hacia una sociedad más justa e igualitaria para las mujeres (UNFPA, 2008).
En nuestro entorno
inmediato, con la finalidad de conocer a profundidad como se reproducen estas causas en la actualidad,
se han propuesto abordajes de distinta procedencia,
que focalizan, por ejemplo, en lo institucional, en la subjetividad, en lo discursivo, en lo político o en lo
ideológico, donde la educación y la escuela tienen un papel por demás importante; de ahí que tiene relevancia social y educativa cuestionar, ¿cuál es el valor formativo de las institucionales en
educación para la prevención de la violencia
contra la mujer?
Amén de ello, en el
imperativo de ofrecer respuestas inmediatas y de colaboración a este
cuestionamiento, es necesario profundizar entre otras preguntas, por ejemplo, aquellas que interrogan acerca de las
condiciones que han marcado las
situaciones de desigualdad, o en las que indagan con respecto a las acciones o inacciones institucionales en materia
educativa que han robustecido situaciones de violencia contra la mujer.
Un primer acercamiento
es denotar la complejidad de la escuela, pues si bien se ha entendido comúnmente como un espacio institucional donde se crean relaciones sociales más allá de lo administrativo, es necesario concebirla también como un
terreno de confrontación, de lucha y
de conflicto, en la que se advierten prácticas excluyentes y discriminatorias contra la mujer y contra
lo que pueda ser inscrito en la categoría de lo femenino.
Consecuentemente,
resulta imperioso partir de la construcción e implementación de estrategias
educativas desde la visión de género para prevenir,
atenuar y abatir desigualdades y cualquier
manifestación de violencia que en la actualidad seguimos padeciendo las
mujeres. De esto se sigue, comprender y analizar
la importancia de los derechos de las niñas, niños y adolescentes, así como, examinar las características que definen los roles esperados de manera específica para cada sexo, sus similitudes y diferencias, con la finalidad de tener otra mirada acerca de las realidades, problemas y posibilidades que viven las mujeres y personas violentadas en sus derechos, y de
construir una sociedad más tolerante, democrática y libre. (UNICEF, 2019).
Hoy, las reflexiones y
acciones deben colocarse en una educación que garantice la igualdad de oportunidades para todas y
todos desde los primeros años de vida, es decir, una educación que se
construya a partir de las diferencias individuales y que, desde la mirada
colectiva, permita que cada persona pueda reconocerse y valorarse en diferentes
roles sin discriminación de ningún tipo. Por ello, es impostergable acentuar la
implementación de políticas públicas educativas con visión de género, en donde
sociedad y gobierno con la enorme responsabilidad de dar a cada quien lo que
corresponda, podemos construir y edificar la nueva generación de la igualdad.