UNA NIÑA VIVA…
En la ciudad de Orizaba, Veracruz, año de 1895, ante mi, Ricardo Segura, Presidente Municipal, y encargado del Registro Civil, compareció la señora Felipa Hidalgo Ruiz y su esposo el señor Isidoro García Ruiz, arquitecto de origen andaluz, y presentaron UNA NIÑA VIVA, a quién le pusieron por nombre Sara García Hidalgo, nacida en su domicilio el día 8 de septiembre de este año…
…Todo indicaba que la ciudad de Orizaba era el agrado de esta familia, hasta que tuvieron que abandonarla en el año de 1900, lléndose a la Ciudad de México, debido al infausto derrame cerebral que sufrió don Isidoro. Doña Felipa, entró pronto a prestar sus servicios como ama de llaves en la Casa de la Beneficencia Española, mientras su esposo convalecía en ese mismo lugar; poco tiempo después, tiene necesidad de dejar como interna, en calidad de estudiante, a su Hija Sara en el prestigiado colegio de las Vizcaínas.
Sara García, con una enorme sensibilidad de artista, se adentró a explorar el mundo de la pintura, y posteriormente al ver actuar a las divas de la época, como la encantadora y sensual Mimi Derba, cuyo nombre brillaba en las marquesinas, descubre y prueba su verdadera vocación en el mundo de la actuación.
Muy pronto ingresó a hacer pequeños papeles en el teatro, rodeándose de la compañía de Prudencia Grifel, Anita e Isabelita Blanch, Mercedes Navarro, y en una gira en la plenitud de su juventud, encuentra al amor de su vida y padre de su única hija, el actor Fernando Ibáñez, matrimonio que duró lo que al triste la alegría.
Amigos, esto no puede quedar así, tiene que continuar porque a doña Sara García, le dio muchas buenas sorpresas la vida, por lo pronto recuerden lo que dice el humorista barcelonés Pedrito Ruiz, «Lo bueno del cine es que durante dos horas, los problemas son de otros».