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UNIVERSIDAD

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René Sánchez García.

La verdad es que existen cosas, sucesos, momentos o situaciones, reales o imaginarias, que te cambian para siempre la forma tan elemental que muchos de nosotros tenemos al percibir la realidad que se nos presenta ante nuestros sentidos perceptivos. En lo personal siempre he reconocido que el haber cursados estudios profesionales, junto con el hecho de haber laborado dentro de la Universidad, cambió radicalmente mi manera pensar acerca de la vida y comprender a los otros, esto es, a mis semejantes. Igual, que es aquí donde priva el mundo de la razón de los hombres y mujeres inteligentes y se da libertad plena a la imaginación y creatividad humanas.

Dicen las historias que fue probablemente Marco Tulio Cicerón, en los tiempos del esplendor cultural de los romanos, quien dio sentido exacto a la palabra universitas, que significa “totalidad”, derivándose de allí otra nueva: universum, que quiere decir: “reunidos en un todo”. Este es el origen de Universidad, que en nuestros tiempos actuales es la institución que “busca la verdad a través de la investigación científica, tecnológica, artística y de organización social, cuya tarea es trasmitir, generar y difundir conocimientos”.

El término Universidad tiene que ver mucho con los vocablos o raíces gramaticales de los conceptos: único, unidad, unicidad, unido, unificar, pero mucho más con otros como: universo, universal y universalidad. Los significados de dichos términos, aunque un poquito variables, coinciden: conjunto de cosas, condición de único, convivencia con armonía y entendimiento, esfuerzos unificados, unificador, reunir varias cosas o personas para crear un todo sin divisiones, lo que es común a todo el mundo (épocas y hombres), todo lo material y lo inmaterial y que tiene un carácter de universal, entre otras más.

Recuerdo que, de niño, el mundo se nos presentaba únicamente a través de la lectura de los Libros de Texto Gratuitos, mismo que se ampliaba al cursar el ciclo de secundaria, mediante el conjunto de asignaturas básicas para entender y conocer un poco más el pasado y el presente. Nuestra comunidad ciudadana coatepecana (no existía ninguna biblioteca pública) de aquellos años no proporcionaba nada que ampliara la cultura de los habitantes. Fue hasta el bachillerato y a través de la lectura de la revista quincenal La Gaceta Universitaria, editada por la UNAM, que supe o me enteré de otra vida cultural, artística, tecnológica y científica más amplia, distinta y más interesante.

Lo importante de acercarme a otro mundo cultural más amplio, me permitió no sólo enterarme de la vida académica, de investigación y difusión de todas y cada una de las facultades de esta Casa de Estudios, sino primordialmente de sus libros editados en palabras de sus propios autores. Ya que decir del arte, de la música y de los deportes. Fue en sus páginas de esta revista desde donde estuve informado de la problemática estudiantil del año de 1968, que terminó con el deceso de cientos de ellos en la Plaza de las Tres Culturas en el entonces Distrito Federal, en la época sexenal oscura de Díaz Ordaz y Luis Echeverría Álvarez.

Qué más puedo comentar cuando tuve la maravillosa oportunidad de laborar en el Instituto de Investigaciones Educativas de la Universidad Veracruzana, por un poco más de 30 años. Allí consideré a la Universidad como una puerta gigante siempre abierta al conocimiento universal de las ciencias, la tecnología y las bellas artes. Cada vez que leía algo producto de mi Universidad, escuchaba con atención conferencias afines, admiraba una obra de arte, o escuchaba una bella pieza musical de concierto, algo mágico sucedía en mi pensamiento y en mi forma de ser personal y de ver para comprender el mundo. Eso mágico lo veía no sólo como un escalón más caminado, sino a lo lejos a cada paso, aparecían más y más peldaños nuevos y novedosos, imposibles de llegar a ellos. Es amplísimo e inacabable lo cultural producido a diario y muy pocos son los días de nosotros los humanos en esta vida.

sagare32@outlook.com