Especial

VEN Y SÍGUEME…

Comparte
El Mar de Galilea o lago de Tiberíades, se encuentra en el Norte de Palestina; una de sus características principales es que tiene una profundidad de unos 48 metros y se encuentra a 210 metros por debajo del nivel del mar Mediterráneo; el río Jordán, es su principal abastecedor y desde sus orillas del lado oriental, se elevan unas abruptas montañas que alcanzan una altura de más de seiscientos metros, precisamente muy cerca de Damasco, en el hoy tan nombrado territorio bélico llamado Siria. No tan accidentados son los promontorios del lado occidental, esta topografía hace que este mar, tenga la forma de una jofaina.
Ubicada en el lado izquierdo de este lago, se localiza el antiguo poblado de Cafarnaúm (hoy convertido en ruinas), conocido por los cristianos como “la ciudad de Jesús”, porque fue ahí donde el Mesías se dio a conocer entre los habitantes, en su mayoría pescadores, con sus sermones o prédicas, convocando ahí, a algunos de sus apóstoles.
Cuentan los Evangelios, que uno de ellos se llamaba Leví o Mateo, nombre que quiere decir “regalo de Dios”; él era hijo de Alfeo y para su desgracia, era bastante odiado por el pueblo judío, ya que el imperio romano, haciendo praxis de aquello que dice que “para que la cuña apriete, tiene que ser del mismo palo”,  lo designó con el cargo de publicano o recaudador de impuestos y éstos por costumbre (muy vieja por cierto), se enriquecían de manera fácil y rápido con la extorsión, el chantaje o la mochada por la buena. Pero para su fortuna (de Leví), un buen día que en su oficina le sacaba punta al lápiz para hacer el corte de caja, una luz contrarrestó la penumbra del establecimiento, haciendo su aparición el Divino Maestro con una propuesta nada esperada: “—VEN Y SÍGUEME”. Mateo, el iluminado, echó su oficio por la ventana y sin titubeos olvidó el deseo de tener dinero indebido, para convertirse en promotor de salvación de almas y ser opulento ante el Reino de Dios.
Amigos, si conocen a alguien que se llame Mateo, y si es de Naolinco, felicítenlo doble y de paso le pueden dar un regalo generoso, ya que el 21 de septiembre, es la celebración de este milagroso y bondadoso santo, escritor de uno de los cuatro Evangelios. Que tengan buen inicio de semana y recuerden lo que la abuela decía: “ayudar al pobre, es caridad, ayudar al rico, es adular”.
¡Ánimo ingao…!
Con el respeto de siempre Julio Contreras Díaz
El DJ los quiere contentos y productivos, ahí les manda esto.
 

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *