VERACRUZ EN RESISTENCIA CONTRA LA VIOLENCIA DIGITAL
VERACRUZ EN RESISTENCIA CONTRA LA VIOLENCIA DIGITAL
La
violencia digital en Veracruz no es un fenómeno aislado ni nuevo. Desde 2018,
la investigación en la que colaboré como activista con el Frente Nacional para
la Sororidad (FNS), impulsoras de la Ley
Olimpia, reveló la existencia de al menos 45 mercados de explotación digital en redes sociales como Facebook y Twitter, donde circulaban miles de videos e
imágenes íntimas sin consentimiento. Antes de esa fecha, aunque esta violencia
no tenía un nombre específico, ya existía, y las mujeres fueron y continúan siendo sus principales
víctimas.
El
estudio desarrollado por el FNS en 2022 señala que el 95.3% de las víctimas son mujeres,
mientras que el 80.4% de
los agresores son hombres. En ambos casos, el rango de edad
oscila entre 18 y 30 años.
Esto evidencia que las mujeres son víctimas de un sistema que lucra con su vulnerabilidad,
y que, además de la violencia digital, deben enfrentar barreras institucionales
y revictimización para acceder a la justicia, muchas veces incluso desde sus
propios círculos cercanos.
En
2019, Veracruz se convirtió en el sexto estado en aprobar la reforma al Código
Penal que tipifica la
violación a la intimidad sexual, castigando con hasta ocho años de prisión a
quienes difundan contenido íntimo sin consentimiento. No fue una tarea fácil.
Implicó un arduo trabajo previo de concientización con la sociedad, el poder
legislativo y actores políticos clave. Tras la aprobación, muchas víctimas
buscaron asesoría y acompañamiento.
El
caso de Veracruz evidencia un problema estructural: la violencia digital sigue siendo
minimizada y normalizada por instituciones y la sociedad. Las
plataformas digitales, que deberían garantizar la seguridad de sus usuarias,
han demostrado su desinterés en regular estos espacios. En 2020, el Senado de
la República aprobó la Ley Olimpia a nivel
federal, reformando la Ley
General de Acceso de las Mujeres a una Vida Libre de Violencia (LGAMVLV) y el Código Penal Federal.
Su entrada en vigor en 2021 reconoció a la violencia digital.
El Artículo 20 Quáter de la
LGAMVLV la define como:
«Toda
acción dolosa realizada mediante el uso de tecnologías de la información y la
comunicación, por la que se exponga, distribuya, difunda, exhiba, transmita,
comercialice, oferte, intercambie o comparta imágenes, audios o videos reales o
simulados de contenido íntimo sexual de una persona sin su consentimiento, sin
su aprobación o sin su autorización y que le cause daño psicológico, emocional,
en cualquier ámbito de su vida privada o en su imagen propia. Así como aquellos
actos dolosos que causen daño a la intimidad, privacidad y/o dignidad de las
mujeres, que se cometan por medio de las tecnologías de la información y la
comunicación”.
Algunas
de las formas en las que se manifiesta esta violencia incluyen la exclusión virtual, insultos electrónicos,
violación de datos personales, asecho, hostigamiento virtual, suplantación virtual
de identidad, difamación virtual, ciberpersecución, sextorsión, difusión de
contenido íntimo sin consentimiento y la trata virtual de personas.
La Primera Cumbre Latinoamericana
de Defensoras Digitales, realizada del 24 al 27 de febrero en
la Ciudad de México, fue un llamado urgente a los gobiernos y empresas
tecnológicas para que asuman su responsabilidad. No basta con castigar a los
agresores: es necesario
prevenir, educar y desmantelar los mercados de explotación digital.
En
2024, conformamos la
colectiva Defensoras Digitales Veracruz, con la misión de combatir la violencia digital desde la
prevención, promoviendo la seguridad y los derechos de las
mujeres en entornos digitales. El objetivo de la Cumbre fue construir una
agenda global contra la violencia digital con perspectiva feminista. Allí nos encontramos
defensoras digitales de toda Latinoamérica, compartiendo estrategias y
experiencias.
Cada «me gusta»,
cada «compartir» en contenidos que violentan a las mujeres, es complicidad. La violencia digital no es
un juego ni un simple escándalo viral. Es una agresión real con consecuencias devastadoras.
Las
víctimas de esta violencia se
han convertido en heroínas de su propia historia. Su voz
resuena más fuerte que nunca:
No hay mundo digital sin nosotras.