VISIÓN REDUCCIONISTA
VISIÓN REDUCCIONISTA
Martín Quitano Martínez
No deshonra a un
hombre equivocarse.
Lo que deshonra es la perseverancia en el
error.
Benito Juárez.
Ensimismados en la idea de
acentuar las diferencias, los que detentan el poder cancelan cualquier
posibilidad de coincidencias para enfrentar nuestros graves problemas. El
asunto es fácil de presentar desde la lógica en la que la “verdad” y la “moral”
para entender la realidad solo la poseen unos, ellos, los buenos. Por lo tanto,
solo ellos pueden cambiar lo que a sus ojos es malo; los que piensan distinto a
ellos están fuera de la verdad, por lo que queda claro que están equivocados.
Las posibilidades de
encuentros con los “otros” siempre estarán supeditados a la subordinación, al
proceso “reeducativo” dirigido por el pastor y sus fieles que ostentan la
verdad que poseen, los que han sido aupados por el “verdadero pueblo”. Los
demás, los “otros”, los que puedan tener opiniones o razones distintas, son
resabios de regímenes malos y viejos; las opiniones libres que se puedan tener
son tan solo manifestaciones de conservadores “aspiracionistas” que deben ser
señaladas como expresiones impías frente al nuevo testamento nacional.
Al final, nuestras tragedias y
precariedades, nuestras dolencias sociales profundas sanarán, con solo la
voluntad de quienes hoy proclaman su estatura moral llamando a la redención en
las nuevas escrituras y convocando la homogenización en torno a los nuevos
pastores que “con todo respeto” podrán
lavar los pecados o castigar a quienes se atrevan a oponerse. Solo hay un
verdadero camino, una sola fe oficial que es posible practicar, quien no lo
reconozca así, está sencillamente en el lado equivocado y deberá asumir las
consecuencias. ¡Fuera Máscaras! Dice el pastor, estás conmigo o contra mí.
Los reduccionismos son
escalofriantes, la construcción cada vez mayor de extremos intolerantes camina
de la mano de una sociedad que es llevada a los escenarios del conflicto
permanente, donde no cabe el centro y la moderación, donde las razones son
abandonadas, donde se empobrece la discusión y se premia el griterío y la
descalificación a quien piense distinto, donde no hay espacio para el diálogo
sino únicamente para el denuesto.
Podemos hablar de tiempos
oscuros donde se acomodan los viejos usos, las viejas prácticas, los mismos
poderes que discursivamente son anatemizados. Es en esos espacios donde la
ignorancia, el cinismo y la hipocresía festejan su dominio, engalanados por las
retóricas transformadoras.
Hoy estamos en el México
bárbaro, donde cotidianamente se normaliza la degradación de nuestras instituciones
y espacios públicos, la banalización de los ejercicios públicos, donde millones
padecemos miedo y desesperanza, donde la violencia y la pobreza, la
indiferencia y la ruptura de entramados sociales avanzan, el presente en su
complejidad requiere con urgencia, lo digo más allá de cualquier ingenuidad, de
mucho más que posiciones que nazcan de las vísceras.
¿De verdad, hoy por hoy se
debe cerrar la puerta a la insistencia en atemperar los denuestos y cambiarlos por
mínimas coincidencias que aclaren el sombrío futuro que parece venir?
Las oportunidades de encontrar
espacios para encaminar las diferencias normales en una democracia, por básica
que esta sea, deben fundarse en reconocer que los escenarios tan profundamente
complejos que vivimos, estarán cada vez más lejos de tener soluciones si se
sigue en la ruta de las visiones únicas y de confrontación.
Visiones que, atrincheradas en
cerrazones, se presenten como infranqueables para la cordura de la pluralidad,
del acatamiento de reglas que reconozcan y habiliten las posiciones diferentes,
con diálogos que construyan puentes para transitar estos momentos que, queramos
entenderlo o no, nos están poniendo en total emergencia nacional.
DE
LA BITÁCORA DE LA TÍA QUETA
El árbitro electoral está en un sinuoso y asediado camino.
twitter: @mquim1962