Y AHORA, AHORA ¿QUÉ?
Por: Alejandro García Rueda
En el silencio, los vapores de infamia volverán
a surgir. En México habrá tarde o temprano un nuevo cambio de régimen y para
entonces los ensayos llevados a cabo en Jalisco y Nuevo León habrán dado algún
fruto.
La «guanajuatización» del país no
ocurrió durante el Calderonismo pero puede darse eventualmente porque ahora
PRI, PRD y los mismísimos ultras del PAN (que no VOX) forman parte de un solo
bloque.
¿Qué o quién los detiene? Si ya están pasando,
si a operan a hurtadillas para tener el privilegio de mandar e imponer valores
por encima del principio de igualdad. Gobernará soterrando consensos, enviando
al confinamiento a la memoria, olvidando el sentido republicano y la lucha por
los derechos humanos.
Lo harán y la responsabilidad por esta
situación no recaerá en el presidente López Obrador, sino en quienes —por lo
menos en el organigrama— son sus subalternos: Esos personajes que hoy forman
parte de la vida pública de México pero no han sabido cómo llevar la enorme
aprobación del mandatario a un apoyo mucho más tangible, en las urnas por
ejemplo.
López Obrador no es eterno y mimetizarse con él
solo da para asegurar un lugar en nuestra burocracia, no así en la historia.
Las bases de la revalorización del trabajo
realizado por el personal sanitario y el profesorado en las aulas (y más allá)
quedarán de lado.
Pasará, eventualmente ese bloque gobernará y
—cuando lo haga— se congelarán las victorias que creeímos tener, aquellas
ocasiones en las que afirmamos «ya no hay vuelta atrás».
La derecha gobernará este país si el partido
que hoy mantiene cierta hegemonía sigue con andar sobrado. ¿A alguien le cabe
alguna duda a estas alturas? Este bloque ganará gracias a la negociación y la
complicidad.
No importa si su candidata o candidato sale de
las filas del PAN o del PRI, uno le dará al otro lo que pida y la recompensa no
será otra que el dejar en la orfandad todo avance social y en materia de
derechos humanos.
El engranaje de la llamada Cuarta Transformación
puede (si quiere) hacer algo desde su capacidad como organización, desde la
movilización del partido para no dejar desprotegidas las 18 reformas que
cambiaron 55 artículos constitucionales y agradecer, a través de un trabajo
coordinado, la lucha emprendida por el Presidente porque sin ella, muchos no
estarían en donde están.
En su momento, López Obrador operó para
demostrar con acciones concretas que en su movimiento todos caben y que haría
de todo para ganar porque lo importante es ganar votos y no vetos ¿Tan difícil
es entenderlo?
El futuro de la «4-T» dependerá de la
capacidad de autocrítica de la militancia, de quienes encabezan los comités
directivos y de quienes hoy gobiernan en sus respectivas entidades, porque de
ahí vendrá la posible rectificación del rumbo antes de que sea demasiado tarde,
antes de que otros lleguen al poder y el ciudadano se pregunte «Y ahora,
ahora, ¿qué?»