La Otra VersiónPLUMAS DE COATEPEC

YA MAÑANA ES VIERNES

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YA MAÑANA ES VIERNES

La otra versión:

René Sánchez García.

 

Todos y cada uno de los días de la semana tienen algo que los significa. Para muchos el lunes resulta traumático por ser el inicio de las actividades que se deben cumplir. En cambio, el miércoles, también llamado “ombligo de la semana”, resulta esperanzador por situarse exactamente a la mitad de la jornada. El sábado y el domingo ni se diga, son los días dedicados a los deportes, a las compras, a las diversiones, pero también a los cultos religiosos para buscar la paz interior que tanta falta hace. Pero el quinto día de la semana tiene algo de especial o de mágico, y debe ser por estar dedicado a Venus, la diosa de la fecundidad y la belleza entre los griegos.

El viernes no sólo es el último día laborable de la semana, es también, sobre todo por la tarde o por la noche, el espacio ideal para darle un poco de rienda suelta al cuerpo. Por ello, entre los jóvenes, es el momento para darle ritmo y movimiento al esqueleto humano, mezclado con música y un poco de ron. De allí el viejo dicho o comentario popular de que es viernes y el cuerpo lo sabe. Todo esto lo vine a comprender mejor el día en que una vecina me comentó, o más bien me relató, no tanto como experiencia de vida, sino como observadora ocasional al tener que suplir, por espacio de un mes, a una amiga en el trabajo de recamarera, que enfermó a consecuencia del virus mundial que aún nos azota.

 

A mi vecina le fue encomendada el aseo y la atención de las habitaciones de la planta baja, misma que la componen cinco cuartos con cama matrimonial y una sexta con tan solo una individual que se ubica a un costado de las escaleras que comunican al segundo y tercer piso. Y recuerda que fue viernes pues fue su primer día laboral cuando alrededor de las cinco de la tarde, atendió a una joven pareja vestidos de escolares, mismos que disfrutaron de la estancia por alrededor de dos horas. Ese día al retirarse los visitantes, la jovencita le otorgó lo que fue la primera propina, esto es, un billete azul de veinte pesos, así como las gracias por la atención recibida.

Al siguiente viernes se repitió dicha escena, pues de hecho reconoció de inmediato a la pareja de escolares. Como mi vecina intuyó que sucedería esto cada viernes, al tercero colocó unas sabanas y toallas de baño en color rosa. También para la siguiente visita cortó unas flores de las macetas del corredor y las colocó en un vaso que hizo las veces de un hermoso florero. Me comenta lo hizo al ver la cara de felicidad con que entraban y salían los jovencitos, quienes por cierto nunca se olvidaron de darles las gracias y la correspondiente propina de 20 pesitos, como correspondencia a las atenciones, que de alguna manera también era algo así como complicidad en estas tres personas.

 

Mi amiga vecina no recuerda si fueron cuatro o cinco los viernes consecutivos en que los atendió, pero sí me comenta que llegó el momento en que su labor de recamarera suplente terminó también en viernes y que en esa última ocasión los jóvenes no fueron, quizá por no haberse podido escapar de la escuela, por tener exámenes, por haberse enfermado alguno de ellos, por falta de dinero para el pago de la habitación, porque los padres se enteraron de sus andanzas. Ahora cada viernes los recuerda y de alguna manera también los extraña, pero le consuela el hecho de que le recomendó a Mary (que ya sana regresó a su trabajo) los atienda de la mejor manera.

No cabe duda que los griegos siguen siendo los pioneros y creadores no sólo de las ciencias y las artes, sino también de rendir culto a los dioses y diosas del Olimpo, en este caso a Venus, precisamente en viernes.

sagare32@outlook.com