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Cae bajo balas asesinas el periodista número 24, Cuitláhuac omiso

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Línea Caliente

 

Por Edgar Hernández*

 

¡Urge la intervención presidencial que ponga freno a tanta ineptitud!

Poca, acaso nula diferencia, se observa entre el actual gobernador Cuitláhuac García Jiménez y sus antecesores Fidel Herrera, Javier Duarte y Miguel Angel Yunes Linares, tras el asesinato del periodista Jorge Celestino Ruiz el pasado viernes en el municipio de Actopan.

Vaya, hasta el mismo modus operandi declarativo utiliza:

“¡Detendremos al o los responsables caiga quien caiga!”, la misma cínica declaración de los anteriores cuando afirma: “¡El asesinato del periodista en nada afecta a mi gobierno!” y la misma imbecilidad hecha pública por Javier Duarte cada vez que asesinaban a un periodista: “no podemos poner un policía a cada periodista”.

Los asesinatos de 23 periodistas en los tres gobiernos anteriores, jamás se aclararon y los gobernadores respectivos jamás aceptaron responsabilidad alguna, aun cuando desde la cárcel el propio Duarte haya reconocido que la peor crisis de su gobierno la constituyeron dichos crímenes.

En igual circunstancia se encuentra el caso del periodista Jorge Celestino, en donde la Fiscalía General de Veracruz, habría alertado desde abril de este año la urgencia de brindar protección al periodista ante las repetidas amenazas de muerte de parte de funcionarios del gobierno municipal de Actopan.

Esa dejadez. Ese olvido. Ese odio. Ese coraje contra los periodistas críticos –porque a los aplaudidores se los lleva a cenar a Casa Veracruz-. Ese valemadrismo. Esa ausencia de sensibilidad del no pasa nada. Esa falta de respeto a la libertad de expresión ¿Es punible?

El incumplimiento de parte de la Secretaría de Seguridad Pública de no brindar protección al periodista solo porque el gobernador, apodado el Cuicaras, está peleado a muerte con el Fiscal Jorge Winckler y porque le caen mal los periodistas,  ¿Lo hace corresponsable del asesinato?

Cuitláhuac García no es Dios para decidir quien vive o quien muere. A quien debe darse o no protección sobre todo cuando ha sido amenazado en repetidas ocasiones y se teme por su vida.

Que quede claro, el gremio periodístico no se conforma con ir solo a enterrar a sus pares asesinados por, esta sí, mafia del poder.

Menos con las actitudes obtusas del gobernador Cuitláhuac García quien ni siquiera se digna a presentar las condolencias a la familia del periodista caído porque simplemente le vale madre.

Para nadie es un  secreto que la narcopolítica ha penetrado hasta el basamento mismo de la estructura gubernamental, ni que los malosos de las últimas dos administraciones –las de Duarte y Yunes- siguen ahí operando en favor del crimen organizado.

El proditorio asesinato de Jorge Celestino no se aclarará porque es la misma delincuencia organizada la que está incrustada en el gobierno, es la que cuida los intereses financieros y de poder.

Por ello si damos crédito al repetido compromiso del presidente Andrés Manuel López Obrador de no permitir más la corrupción y dar seguridad y certeza a la ciudadanía, es urgente que ponga fin al experimento veracruzano encarnado en Cuitláhuac García.

¡Ya basta!, señor presidente de tanto abuso, de tanta barbaridad y de esa escalada criminal, en nombre de la Cuarta Transformación.

Le debe quedar muy claro, señor presidente, que a la prensa crítica no se le extermina asesinándola, sino respetándola sea “Fifi” o muerta de hambre.

Nuestro reclamo, señor presidente, va más allá de la indignación, queremos soluciones. Queremos que nos gobierne alguien que ame a Veracruz y que lo bien gobierne. Las ocurrencias ya no caben en una entidad de casi 8.5 millones de veracruzanos hoy gobernados por quien va en el lugar 31 de 32 a nivel república.

¡Que vergüenza!

Por lo pronto descanse en paz Jorge Celestino Ruiz.

Tiempo al tiempo.

 

*Premio Nacional de Periodismo

 

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